Naturalmente conocemos a los artistas por su obra. Rafael Onetto compartió su pintura en un buen número de muestras individuales, otras tantas grupales y que, sumadas a la participación oficial en bienales internacionales, le aseguran un lugar de referencia en el arte argentino. Es mucho, sin embargo en este caso resulta poco.
Pintor, arquitecto, investigador y docente, Onetto fue testigo y protagonista de su tiempo. Las vanguardias estéticas, la experiencia de la Bauhaus, los trabajos de Le Corbusier postulaban un cambio de paradigma, el mismo que un grupo de jóvenes profesionales supieron encarnar en nuestro país. Transformaron para siempre la manera de enseñar y pensar la arquitectura. Sentaron las bases y condujeron una época dorada de la educación universitaria de la que Onetto fue una pieza sumamente importante.
Su familia conserva mucho de su obra, cuadernos de estudio, fotografías y valioso material de archivo.Pero, sin duda, son sus diarios de pintor los que hacen la diferencia. Nos permite sumergirnos en la cotidianeidad de su trabajo,  en su filosofía, esa que sin distinción rige su vida y su pintura. Ahondar en su camino vital resulta un viaje intenso, donde la convicción es alimento y la rigurosa dedicación es la regla.
“El artista no debe seguir su época sino hacer su época” afirma Rafael Onetto de puño y letra. Su legado ilumina, su ética y su pasión nos interpela.

Pablo José Rey