PATRICIO PRON
Rosario, Santa Fe (1975)
Estamos con mi padre en la Cuesta del Portezuelo. Debo tener unos 5 años. En esa época se cristalizaban algunas cosas que habían caracterizado los primeros años de mi vida. Creo que es una foto muy significativa debido a la mirada, al hecho de que mi padre no me mire. Siempre que pienso en nuestra relación pienso en esta fotografía, y en las muchas cosas que pueden inferirse.
“Escribo para no ser escrito”
Supongo que, si la vocación literaria comienza siempre de forma azarosa para la persona que es sujeto de esa vocación, la mía comenzó alrededor de los 14 años, con la curiosidad y el deseo de contar lo que yo creía que sabía y no sabían los otros. No soy un buen lector de mí mismo, tiendo a no prestarle demasiada atención a lo que he hecho. Por lo general, tan solo con desgano revisito el pasado. Mi interés principal siempre está más depositado del lado de lo que voy a escribir a continuación que del lado de lo que he hecho. De forma contradictoria, cada libro me parece una oportunidad de borrar los anteriores. Por fortuna, hay otras personas que me leen y es a través de esas personas que creo tener algunos argumentos para explicar o justificar esta obra que constituye algo que forma parte de mí. Es como los tatuajes en algún sentido, olvidamos a menudo que están ahí. Yo entraría en lo que podríamos denominar escritores anti-proustianos, esos que procuran escribir de libro en libro un libro distinto, una obra distinta. Si hay un estilo que pueda denominar propio, es el producto de todo aquello que no constituyó una decisión consciente por mi parte.