MARCELO CARNERO
Buenos Aires (1978)
En el año 82, el conventillo en el que vivíamos se incendió. Milagrosamente se salvaron algunas fotos. Cada tanto iba y abría la caja donde estaban guardadas y las sacaba para olerlas, era como una atracción con ese olor que no me podía dejar. Esta es una foto de mi bautismo. Estoy con mi mamá. Al lado mío estaba mi padre, pero ella en un ataque de justicia poética lo cortó de la foto, y quedamos los dos solos. Me parece que está bueno como muestra de los cortes simbólicos, y algunos no tan simbólicos, en la vida de las personas. que pienso cuando miro esta foto.
“Escribo porque siento que es la máscara con la que mejor funciono en el mundo. Porque es lo que me sostiene. No podría vivir sin escribir, no me queda otra, no es que lo elijo”
Mi escritura está atravesada por cuestiones que son netamente autobiográficas, aunque yo las sublime y las lleve a otros contextos. Me parece que uno siempre está escribiendo sobre 3 o 4 obsesiones que lo rondan y que no se sale mucho de ahí. Todo el tiempo está latente mi reflexión sobre el sometimiento y las relaciones de poder. Me llaman la atención los personajes más marginales, los personajes que crecen, como los hongos en los rincones, que más que crecer, se van acumulando en capas, que están ahí y que nunca terminan de ser nada. Me interesa mucho la humanidad de los personajes, sus disyuntivas, sus problemas internos; pensar en la ética del individuo. No ya del individuo en grupo, sino del individuo cuando está solo, cuando tiene que tomar una decisión y se encuentra solo frente al mundo, y bueno, esa decisión lo implica a él. Me interesa que el lector se encuentre con eso y tenga discusiones con eso.