FÉLIX BRUZZONE
Buenos Aires (1976)
Es mi época de pelo lacio, que duró hasta mis 10, 11 años, después se empezó a encrespar hasta generar los rulos que tengo hoy. Siempre tengo esta foto a mano porque es el único recuerdo que tengo de mi abuelo; si bien él no está, es quien me llevaba con el triciclo a la plaza. Murió al poco tiempo. A partir de ahí viví solo con mi abuela. Es como la imagen del último gran quiebre.
“El único espacio de mi vida en el que soy obsesivo es en la escritura”
Primero escribía por el deseo de copiar lo que me gustaba leer. En un segundo momento, por la necesidad de expresar cosas que no podía decir. Después, por generar escrituras que encarnaran algo de lo que aprendía en la universidad. Cuando descubrí mis limitaciones, volví a ser el escritor que sólo puede expresar algo que necesita expresar. Más allá de todo lo aprendido, uno hace lo que puede. Mi escritura siempre está bastante pegada a la experiencia: lo que me pasa, de alguna forma, sin separarse mucho de lo sucedido, pasa al papel. Mi vida no es muy cambiante, así que vuelvo siempre sobre las mismas experiencias… tengo dos libros sobre limpiar piletas, mi trabajo. Mis primeros dos libros son sobre mi experiencia como hijo de desaparecidos y, si bien no soy ninguno de los personajes, ahí está puesto todo lo que me pasaba con ese tema en ese momento. Hoy, seguramente, haría libros diferentes, porque ya pienso cosas distintas y se desplegarían otros problemas. No sé cuándo, pero son temas que van a volver porque son recurrentes en mi vida, no es que quedaron zanjados alguna vez. Van a estar para siempre, creo.