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La contención de los primeros tres años es fundamental
Roxana Salinas
Eli Echeverría
Editado por Rumbo Sur

Del libro:
PRIMERA INFANCIA
Intervención Social en la Ciudad de Buenos Aires.

Editado por Rumbo Sur

Empezamos el 9 de mayo de 2011 con 100 chicos; lactarios, sala de uno, de dos y de tres. Ganamos una licitación y pudimos hacer la ampliación y dos salas más, así que tenemos lactario, dos salas de uno, dos salas de dos, y dos salas de tres. Fuimos creciendo hasta llegar a siete salas con 170 chicos, hoy en día. Pudimos agrandar con un bañito más, que es el de varones, y expandir otra oficina que hoy en día es la dirección. Desde 2013 formamos parte del proyecto de “Fundación Conín” contra la desnutrición infantil. En el Centro se sumaron un pediatra y un psicomotricista. La población con la que trabajamos no es solo del barrio Inta, sino también de los asentamientos de alrededor, que son Bermejo, María Auxiliadora, Padre Mugica y Obrero. Tenemos otras familias que son de provincia, cruzando la General Paz.

En el borde de la ciudad

El barrio Inta es muy tranquilo, conformado por siete manzanas donde habitan paraguayos, bolivianos, peruanos y hasta haitianos; una población donde son más extranjeros que argentinos. Es una comunidad muy trabajadora, la mayoría lo hace en la construcción. Quieren vivir bien y construyen su casita los fines de semana, y así van mejorando los hogares. Hay más de 1800, 1900 familias.

Además de nuestra institución hay un jardín que depende de Educación, que es el jardín San Cayetano, al que también acuden chicos del barrio y de los barrios adyacentes. Después tenemos un comedor que asiste a la noche y otro al mediodía, y hay también un merendero. El problema central que afecta al barrio es la demanda habitacional. Mucha gente y poca vivienda. Eso dificulta el tema de las cloacas, que es lo que estamos padeciendo hace varios años y peleando para que haya una mejoría. Con el crecimiento de los asentamientos los problemas también se incrementaron.

Alcance de atención

En el CPI tenemos unos 170 niños y muchos quedan en lista de espera. De hecho, estamos peleando un piso más, porque la estructura daría para uno más, y así poder hacer frente a que no nos queden chicos afuera. Porque no se puede decir que no cuando los niños quieren estudiar, cuando una mamá viene con un chico de 45 días y dice “necesito dejar a mi hijo en algún lugar porque quiero ir a trabajar”, o “tengo un trabajo y no puedo ir porque no tengo quien me cuide a mi hijo”.

Se trabaja mucho con la familia con talleres de alimentación y de juego, para poder tener una contención en el vínculo. En el tema de salud, tenemos buen contacto con el CeSAC (Centro de Salud y Acción Comunitaria), esto permite que hagamos un seguimiento médico y en particular seguir la parte nutricional de los chicos. Nuestro corazón tiene un alcance pequeño y nuestro mundo es grande. Entonces se necesita más: hay que abrir más CPI. La contención de los primeros meses y los primeros tres años es fundamental, nosotros apostamos a eso.

El CPI contiene mucho de lo que falta

En las escuelas públicas del barrio también quedan chicos afuera. En Piedrabuena, hay tres colegios estatales y tres privados. No hay vacantes, a pesar de que todos acuden pidiendo vacantes ya a mediados de año. Hay un tema fundamental; es importante la creación de los CPI, pero también hay otro problema, y eso es lo que hay que tomar en cuenta. Cuando egresan nuestros niños del Centro, y de los distintos CPI de las zonas, no tienen vacantes en las escuelas. Habría que poner una mirada profunda en el tema educación y, tal vez, hacer más escuelas para los chicos que egresan de los CPI. No hay vacantes en los jardines, para salitas de cinco, seis y primer y segundo grados. No hay, no existe. La demanda es tan grande que nosotros los mandamos al área de Educación de la zona, a la Defensoría del Pueblo, al Ministerio de Educación; cada persona que tiene un contacto busca conseguir vacantes para sus hijos, por cualquier medio. La zona sur está muy sobrepoblada, faltan más escuelas.

El hecho de que los chicos no estén en la escuela hace que la madre que tenía que salir a trabajar no pueda. Y eso implica que en ese hogar haya un sueldo menos. O, en una madre soltera, que acuda al comedor y sea lo único que tenga para subsistir diariamente. Si uno trabaja como institución, como político o como ciudadano común, y apuesta a que el país crezca, debe pensar cómo crece un país. Con niños con educación y sanos, que son nuestro futuro. Uno, que ya es grande, como se dice habitualmente, ya fue, nosotros ya hicimos y hasta acá llegamos. Pero desde esta institución apostamos a la juventud. Por eso pedimos capacitación y peleamos para que el centro de salud funcione. No pueden dar tres o cuatro turnos en un centro de salud, ni tampoco puede haber un horario para la salud (porque no hay horario para la enfermedad). Sí tiene que haber un horario para la educación, un horario para que los chicos puedan jugar y un horario para que los chicos puedan descansar y estar con su familia en el seno familiar.

El cuidado de los niños y la mejora del barrio

“Ositos” trabaja en distintas áreas del barrio. Tratamos de colaborar con la condición de la vivienda. Notamos mucha falta de higiene. Nos ha pasado que nos decíamos cómo se puede estar con una falta de higiene total; pero hay familias sin agua, sin cloacas. Y de ahí vienen distintas enfermedades, como las eruptivas. Es lo que produce estar en una vivienda sin condiciones. Hemos detectado casos de desnutrición que llegaron al centro. Y también abordamos algunos temas “como el de las adicciones y la violencia de género” que viven muchas familias. Todo esto se traspasa a los chicos y eso se trabaja mucho con el equipo técnico, porque más allá de ser CPI, y de que nosotros nos basamos más en los primeros años de los nenes, es un emergente de la realidad de las familias y que intentamos ayudar a resolver.

Trabajamos mucho con la red que hay en el barrio. Se juntan las organizaciones del barrio para plantear distintas problemáticas existentes como, por ejemplo, ver el mejoramiento de los lugares de basura. En definitiva, la condición general de barrio.

Cuando recién arrancábamos y teníamos que organizar el Centro nos decíamos: “¿de dónde sacamos el personal? ¿Quién va a querer venir a trabajar en un barrio donde todavía no teníamos nada?” El asfalto recién estaba. Pero se pudo armar el equipo que hoy en día se tiene, y todos están comprometidos con las familias. Hay una diferencia muy grande entre que una docente de nivel inicial trabaje en un CPI y en un jardín del Estado. Nuestro personal está casi desde hace seis años y ha tenido oportunidad de crecer y seguir en otra línea. Pero no, están acá.

Nuestro sueño

Empezamos dando de comer, luego sumamos la atención a la primera infancia, pero siempre soñamos con que no exista más el comedor. No porque no queramos seguir trabajando. Entendemos que los chicos deben comer en su seno familiar. Ese plato de comida que recibe, por más humilde que sea, tiene que ser de su mamá, porque la mesa une a la familia. Y esto debe convertirse en una gran escuela, en un gran CPI, en un gran centro cultural, o en un gran lugar donde se capacite a los jóvenes con salida laboral. Ese es nuestro sueño.

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