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Autoestima y la construcción de la mirada
Paula González
Editado por Rumbo Sur

Del libro:
PRIMERA INFANCIA
Intervención Social en la Ciudad de Buenos Aires.

Editado por Rumbo Sur

Este CPI está a cargo de la “Asociación Civil Comunidad Proyecto de Vida”, que hace más de treinta años que trabaja en distintas problemáticas sociales, fundamentalmente con niños, adolescentes y madres en situación de vulnerabilidad social. “La Buena Semilla” tiene cinco salas; cada una tiene una docente y una o dos asistentes de sala (dependiendo si trabajan jornada completa o simple). Dos veces por semana viene una profesora de educación física para que los chicos desarrollen actividad física. También articulamos con el programa “Núcleos Deportivos” de la Subsecretaría de Deportes.

Diagnóstico y proyecto

Cuando iniciamos la actividad hacemos un proyecto institucional, que tenemos la obligación de presentar anualmente al Ministerio de Desarrollo de Ciudad. Este proyecto se va trabajando durante el año y ahí vemos cuáles son los emergentes. A través de los diagnósticos, que se hacen durante la primera etapa del año, vemos cuál es la problemática general que atraviesa los distintos ejes: lo familiar, lo que tiene que ver con el niño y la parte institucional. Durante el período de adaptación, la trabajadora social realiza las entrevistas iniciales con todos los papás o personas a cargo de los niños se obtiene una buena base de datos. Luego se hace un diagnóstico de sala, que nos brinda valiosa información sobre lo que se ve en común entre los niños de cada sala y lo comunitario, que se observa mayormente en la gente que vive en la villa.

Particularidades de la Villa 20

Aquí la mayoría son de las comunidades boliviana y paraguaya. Esto no ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, como así tampoco la forma en que viven. A través de los años, uno va trabajando y viendo los cambios que se producen, pero también ve la realidad general. Cada año van cambiando los niños pero la esencia es la misma, porque vienen de esa familia que es parte de esa misma comunidad.

Los niños de sala de uno requieren más estimulación porque los espacios físicos en sus casas son muy reducidos. Para que no sufran accidentes de altura, los papás los tienen en corralitos o demasiado tiempo dentro de los cochecitos. Cuando entran acá deberían tener cierto nivel de desarrollo que no alcanzaron en su hogar. Son cosas que acontecen y que suceden dentro del Centro. A veces también pasa que el niño se adapta pero el padre no. Eso tiene que ver con la dificultad de dejar a su niño, por más que les expliquemos que están contenidos y todo lo que se hace dentro del Centro, que es un espacio para que los chicos jueguen, se estimulen y formen hábitos.

Muchas veces la primera idea es pensar que los chicos pasan hambre pero, en realidad, no siempre es así. Obviamente, hay situaciones de mucha dificultad pero también hay otras estructuras que acompañan.

Hay mucha vulnerabilidad desde lo económico: necesitan tener a los niños dentro de los Centros porque trabajan una gran cantidad de horas y no tienen con quién dejarlos. Hay muchos casos de mamás solas y mamás adolescentes.

Dentro del barrio se ve mucha violencia de género y adicciones. También hay cuestiones culturales de por medio. Muchas mujeres han venido muy golpeadas, por eso el trabajo no es solamente con el niño sino con la familia. Además, si uno trabaja con la familia, el cambio también se nota en el niño; es como un efecto reflejo.

El barrio es como una gran olla y para acceder hay que bajar escaleras. El acceso es muy complicado para los colectivos porque las calles son muy chicas, pero nosotros no tenemos problema porque estamos a media cuadra y tenemos las escaleras para salir a una de las avenidas principales. Hay muchas construcciones con espacios reducidos, mucha mezcla de culturas conviviendo en un espacio. Es un barrio donde la inseguridad se hace más notoria —no es que haya más—. Yo siempre digo que gente que se droga hay en todas las esquinas y en toda la Ciudad de Buenos Aires, pero acá lo tenemos enfrente y se hace muy visible. Hay hurtos: como las salidas son pocas, te agarran cuando vas subiendo las escaleras o cuando tenés que alejarte.

Una dificultad que tenemos en el barrio es la salud. Si tenemos algún problema con algún niño es toda una movida para que llegue el SAME ya que si no vienen acompañados por gendarmería o policía no ingresan.

Entramado familiar

Nuestro proyecto institucional se llama “Entramando Lazos”, y tiene que ver con los lazos de confianza, de poder construir la confianza fortaleciendo la comunicación, por ejemplo, entre los papás y los niños. Estos papás están tratando de llevar la familia adelante y no ven que el niño hace berrinche, como una forma de tratar de decir algo. Te está pidiendo que te sientes diez minutos en el piso con juguetes a  imaginar una carrera de autos o con muñecas. Los niños tienen problemáticas en el lenguaje por esta falta de comunicación verbal con sus padres.  Es importante entramar estos lazos entre papás y niños, fortalecer los lazos de las familias con la institución y dentro de ella. Eso genera un reflejo dentro de la comunidad.

Cuando notamos que hay una falta de estimulación, que tiene que ver generalmente con esta falta de vínculo, aprovechamos los recursos gratuitos del Gobierno de la Ciudad como los Centros de Estimulación Temprana, que están abiertos a todos). Nos gusta lo que proponen y lo que proyectan, así que también llevamos a los papás cuando vemos que está esa necesidad.

Otra cuestión muy notoria es la autoestima y la construcción de la mirada. Yo soy lo que soy no solamente por mí y por las situaciones que me atraviesan, sino por la mirada del otro. Si le doy una mirada positiva a la familia, remarco lo positivo que puede tener y todas las cosas que pueda alcanzar: en lo pequeño está lo grande.

Así igual que con los Centros de Estimulación Temprana, venimos articulando por las nuestras con otros organismos del Estado que tenemos cerca. El año en que se abrió el Centro hicieron toda la plaza y la canchita, lo que le dio un aire nuevo al lugar. La Secretaría de Hábitat e Inclusión (SECHI) está muy presente y siempre se acercan con alguna propuesta para trabajar en conjunto e integrar al barrio con las actividades del CPI. Nosotros brindamos, a través de los cuadernos de comunicaciones, información sobre las distintas capacitaciones o charlas que brindan desde la SECHI y ellos brindándonos recursos. Hace un tiempo vino un representante de ANSES para acompañar a las familias y asesorarlas en los distintos servicios que se brindan desde allí. Y también trabajamos mucho con el CESAC 18 y el CESAC 43.

La importancia de La Buena Semilla

Si el CPI no estuviera sería un problema. Ya es un problema porque se necesitan todavía más, ya que hay muchos niños sin contención. Acá asisten 150 chicos, más todos los que están en lista de espera, y los de sala de cuatro que quedaron fueran del sistema. La realidad es que la gran mayoría no tiene vacante en ninguna institución y muchos papás se nos acercan desesperados preguntándonos qué hacer. Entonces, vamos viendo en cada distrito o los mandamos a la AGT (Asesoría General Tutelar) cuando ya vemos que no hay solución.

Ahora estoy atendiendo un caso que se corresponde con las primeras etapas de la apertura del Centro, que egresó hace dos años más o menos. Se trata de una mamá —en grave estado de vulnerabilidad— que tenía dos niños pequeños. Uno de ellos ingresó a sala de cuatro con dificultades motrices y de habla, por falta de estimulación, y caminaba como un monito.

Es una mamá buenísima y extremadamente presente, por eso no hay que quedarse con la fotografía del momento sino darse la oportunidad de no prejuzgar y saber que atrás hay una historia que uno desconoce. Esta mamá de comunidad boliviana vino acompañando al papá de sus hijos, un hombre que luego supimos que era abusivo. Cuando se separan, ella queda a cargo de los hijos y tenía que trabajar de la mañana hasta las nueve de la noche, todo el día. Dejaba a sus niños solos, encerrados en la habitación con la tele y se hacía una escapada como podía (obviamente, esta mujer sufría explotación laboral) para darles de comer y volvía rápido al trabajo; después volvía de trabajar y se encontraba al nene con un chichón y no sabía qué le había pasado. El niño tenía falta de estimulación, no porque tuviera una madre que no se preocupase por lo que le pasaba a sus hijos sino porque ella no estaba en todo el día. La mamá quería estar con sus hijos, y no podía estar porque si lo hacía se quedaban en situación de calle, y quería asegurarles el techo.

Recuerdo que ingresa el niño, y a los pocos días, hablando en la entrevista inicial, caemos en la situación del otro hermanito; lo que hizo que generáramos la vacante como fuera. Estos niños estuvieron dos años con nosotros hasta que egresaron. Tuvieron cambios positivos porque fue un abordaje integral: desde la parte pedagógica y el amor, donde las seños tuvieron que hacer una labor muy fina y cuidadosa, y la parte familiar con la trabajadora social, que acompañó a la mamá a cursos de computación que daba la iglesia, por ejemplo. Estábamos todos trabajando en conjunto para tratar de sacar a esta familia adelante y revalorizar a esta mujer que se había sentido tan minimizada desde un lugar que no tenía palabra.

Para la etapa del egreso ya había conseguido otro trabajo y estaba mejor ubicada, lo que implicaba que cuando los niños se retiraban del Centro podían estar con su mamá, y se vieron grandes cambios.

Hemos notado cambios positivos con el tiempo.

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