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Catalina Wainerman

Catalina Wainerman nació el 6 de julio de 1933 en la Ciudad de Buenos Aires. De padre ruso (detenido en la Sección Especial durante el peronismo) y madre argentina, con dos hermanas, la familia de Catalina estableció el destino universitario como inexorable. Su padre era un gran lector y su madre tenía una gran avidez por el conocimiento, por lo que ambos estimularon en Catalina la lectura desde pequeña. Realizó sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Normal N°9 Domingo Faustino Sarmiento de la ciudad de Buenos Aires, donde se recibió de maestra normal en 1951. En su adolescencia, dió clases particulares para pagarse las sesiones de psicoanálisis, sesiones que continuará a lo largo de toda su vida.  A partir de sus 16 años, Catalina se acercó al mundo de la pintura, el arte y la cultura. Se incorporó al Colegio de Estudios Superiores, donde también asistía por entonces un joven Miguel Murmis, y donde escuchó conferencias de Jorge Luis Borges, Luis Reissig, Vicente Fatone, Simone Garma y muchas otras figuras intelectuales de la época. 

Siguiendo el ejemplo de su hermana, Catalina ingresó a la carrera de Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires. Luego de tres años, decidió abandonar la carrera. Un año más tarde, se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras, sin una decisión tomada acerca de qué carrera estudiar. Tras tomar clases de Introducción a la Sociología con Gino Germani (una figura de gran peso en su vida, a quien considera su maestro), se definió por la recién creada carrera de sociología, que inició en 1957 y finalizó en 1962, siendo parte de la primera generación de egresados. 

En su primer año como estudiante, se sumó al proyecto de investigación de Ana María Eichelbaum de Babini, entrevistando mujeres madres de sectores bajos, medios y altos e iniciando su larga trayectoria de trabajo en la sociología empírica vinculada a las mujeres y al género. Los cursos intensivos de profesores extranjeros que Gino Germani organizaba en sus años como director de la carrera de sociología marcaron fuertemente la formación de Catalina: allí conoció a la profesora norteamericana Rose K. Goldsen, que años más tarde será su mentora en la Universidad de Cornell. Catalina participó además de la traducción de artículos, que fueron luego reunidos en “De la sociedad tradicional a la sociedad de masas”, antología compilada por Gino Germani y Jorge Graciarena, clave en la formación de los primeros años de la carrera.

Entre 1962 y 1964, Catalina se desempeñó como profesora ayudante en la cátedra de Psicología Social de Enrique Butelman – quien en 1945 había fundado, junto a Jaime Berstein, la Editorial Paidós. El interés por la psicología, y particularmente por el psicoanálisis, la acompañaron más allá de la vida universitaria, porque Catalina se incorporó a una asociación donde participaba Pichon-Riviere y organizó una pequeña editorial junto a dos colegas llamada Ediciones Tres, que publicó varios libros de Ciencias Sociales. 

En 1964, Catalina obtuvo una beca CONICET para realizar estudios de posgrado en el exterior. Partió a Estados Unidos, donde realizó su Maestría en Cornell University, formada y dirigida por Rose K. Goldsen, que finalizó en 1966. Allí se desempeñó como auxiliar docente en los Seminarios de Psicología Social y Psicología Social Experimental (Cátedra Bernard Rosen) del Sociology Department de la misma universidad. Continuó sus estudios en el Doctorado en Sociología y Psicología Social de dicha universidad, con una tesis en sociolingüística, que terminaría en Buenos Aires en 1971.

A su regreso a la Argentina, en 1967, se incorporó al Instituto Torcuato Di Tella – que había sido creado en 1958 por los hermanos Guido y Torcuato Di Tella. Allí se desempeña como Profesora Titular del Seminario de postgrado en Metodología de la Investigación en Psicología Social Experimental en el entonces denominado Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que había sido creado en 1963 en el ITDT y que nucléo a investigadores como Ruth Sautu, Zulma Recchini de Lattes, Darío Cantón, Miguel Murmis, Ezequiel Gallo, Oscar Cornblit, Eliseo Verón, Silvia Sigal, Francis Korn, Roberto Cortés Conde, Tulio Halperín Donghi, Juan Carlos Torre, Natalio Botana, y el propio Torcuato Di Tella. Junto a Ruth Sautu, realizaron un estudio sobre “El empresario argentino y la innovación” (publicado en 1971), que formaba parte del programa de investigaciones “Ciencia, tecnología y el proceso de industrialización argentino”. En ese mismo año defendió su tesis de Doctorado en la Universidad de Cornell. 

En 1974, Catalina dejó el ITDT y fundó junto a Zulma Recchini de Lattes, Alfredo Lattes, Nina Müller, Edith Alejandra Pantelides, Ruth Sautu, Carlos Reboratti y Susana Schkolnik el Centro de Estudios de Población (CENEP), que obtuvo fondos de la Fundación Ford para desarrollar distintas investigaciones. Allí, junto a Ruth Sautu y Zulma Recchini de Lattes, iniciaron un proyecto sobre la participación económica de las mujeres en la Argentina, donde Catalina se ocupó de la perspectiva de las mujeres sobre su trabajo productivo y reproductivo. De esta investigación obtendrá una serie de hallazgos que la llevarán a pensar por casi 30 años en la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, los estudios de familia, y la interacción entre los cambios históricos en la composición por género del mercado de trabajo y los sucedidos en la estructura y dinámica de la familia. Entre las publicaciones vinculadas a aquella temática, pueden mencionarse “El trabajo femenino en el banquillo de los acusados. La medición censal en América Latina”, publicado en 1981 junto a Zulma Recchini de Lattes, y “Del deber ser y el hacer de las mujeres”, con Elizabeth Jelin y María del Carmen Feijoó en 1983. 

Los resultados de la investigación de años sobre la invisibilidad de las mujeres en las estadísticas laborales lograron el poco común efecto de ser transferidos a la sociedad a través de los censos de población que releva el INDEC desde 1991 (y luego sus equivalentes en Paraguay y Uruguay). El efecto fue visibilizar el trabajo económico de miles de mujeres participantes del mercado de trabajo.

En 1981, Catalina se convirtió en Directora del CENEP (hasta 1983) y, un año más tarde, comenzó a desempeñarse también dentro de la comisión directiva del Instituto de Estudios Sociales (IDES). Con el regreso a la democracia, en 1985, ingresó a la carrera de investigador de CONICET, donde llegará a obtener el cargo de Investigadora Principal. 

En los años 90, Catalina desarrolló una investigación sobre los estereotipos de género en los libros de texto infantiles durante todo el siglo XX, que dio lugar a la publicación de “Mamá amasa la masa” (1999), editado junto a la socióloga Mariana Heredia. Nuevamente, la investigación de Catalina se convirtió en un insumo para la recomendación de políticas, esta vez en el área educativa. Además, en 1994 publicó la compilación “Vivir en familia”, en la que escriben Elizabeth Jelin, Eva Giberti, entre otros, y en 1997, junto a la socióloga Ruth Sautu, el libro “La trastienda de la investigación”, que se convertirá en una referencia ineludible en la metodología de investigación en ciencias sociales.

Fue Presidenta del Comité de Ética del Consejo de Profesionales de Sociología desde 1992 y Directora del Comité de Cursos del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) desde 1993, cargos en los que permaneció hasta el 2000. En ese año, se incorporó como investigadora y docente en la Universidad de San Andrés (UDESA), para abocarse a la formación en investigación. Allí también rediseñó y dirigió el Doctorado en Ciencias de la Educación. En la década del 2000, publicó “Familia, trabajo y género. Un mundo de nuevas relaciones”, “La vida cotidiana en las nuevas familias. ¿Una revolución estancada?”, “La escuela y la educación sexual” (junto a María Mercedes Di Virgilio y Natalia Chami), y “El quehacer de la investigación en educación” (compilado junto a María Mercedes Di Virgilio).

En 2014 fue distinguida como “Personalidad destacada de las Ciencias Sociales” por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y en 2017 recibió el Premio Houssay a la “Trayectoria Científica en el ámbito de las Ciencias Sociales”.

Actualmente, es Directora del Programa de Doctorado en Educación en la Universidad de San Andrés.

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