Mi papá era Harrington, mi abuelo paterno Harrington Cavanagh, mi abuela Sheridan Moore y mis bisabuelos Culligan, Gaynor, Murray, Fox… Todos descendientes de irlandeses. Los primeros llegaron alrededor de 1850 así que somos varias generaciones nacidas en Argentina. Papá murió a los 33 años. Mamá tenía 27, mi hermano 4 y yo 7, por eso pasamos mucho tiempo con mis abuelos que me llamaban Susanita. Ellos nos hablaban en inglés, un inglés irlandesado que suele ser criticado por los British de la isla de enfrente y nosotros le contestábamos en castellano.
Tuve una niñez muy linda, rodeada de mucho cariño, y en gran parte gracias a ellos. Los domingos nos juntábamos todos los primos y tíos a almorzar en su departamento. Pero primero me llevaban al Cementerio de la Recoleta para llevar flores a papá y siempre me hacían dejar algunas al Father Fahy, un sacerdote irlandés que hizo muchísimo por los que llegaban a estas tierras. También iba a Misa con ellos. Como buenos irlandeses, eran muy creyentes, fieles a sus principios. Pocas veces vi miradas tan celestes, profundas y simples como las suyas.
Heredé de mi abuela, además de mis pecas, los ojos claros y los dedos del pie…el amor por la cocina. Los postres, las masitas para la hora del té, la carne con salsa agridulce. Mi abuela cocinaba como los dioses. Nunca comí brownies, scons o fudge tan ricos como los de ella. Y, cuando los hago en casa, esos olores me transportan a esa época.
Otro hábito característico de mi familia era tomar whisky a eso de las 7 de la tarde. Yo no tomo, pero a mi abuelo le encantaba y mis tías siguen con esa costumbre.
A mí me gusta mucho viajar, por eso se me ocurrió escribir unos posts turísticos que publico en Facebook que invitan a viajar sin salir de Buenos Aires; el objetivo es descubrir una ciudad que caminamos a diario pero que quizás no admiramos lo suficiente… recuperar nuestra capacidad de asombro ante lo cotidiano que nos rodea. Lo hago por hobby y se llama CaminarPorBuenosAiresConOjosDeTurista.
Puede ser que sea mi manera de devolverle a Buenos Aires todo lo que nos ha dado a tantas generaciones de Harrington que forjamos un futuro acá.