Santiago Stagnaro es lo que se consideraba el prototipo del artista anarquista de principios de siglo. Supo combinar, como sus camaradas ácratas, diversas actividades a las que dedicaba igual compromiso: la poesía, la pintura, la escultura y la militancia obrera. Como secretario general de la Sociedad de Caldereros, por cierto una de las más combativas, conocía a la perfección las formas de organización cooperativa y los beneficios de la solidaridad de clase. Por eso, hacia 1917, emulando las sociedades obreras impulsó la creación de la “Sociedad Nacional de Artistas Pintores y Escultores” a la que transfirió su orientación anarquista y su forma organizativa.
Una asamblea elegía por mayoría absoluta a los miembros de la Comisión Directiva, en la que encontramos además del propio Stagnaro que la preside, a Miguel Victorica, a Guillermo Facio Hebequer y a Adolfo Montero. Según informa La Vanguardia del 16 de septiembre de ese año, la sociedad tiene el “propósito de ‘sostener los principios de justicia y velar por los interesas de la colectividad artística en todos los terrenos que ella actúe”.
La Sociedad, explica Facio Hebequer, era una sociedad de resistencia: “[Stagnaro] hablaba de la necesidad de unirse para imponer condiciones a la gente del Salón; yo creía que lo mejor era ir al salón, y cuando a sus instancias me decidí por la sociedad, lo hice pensando siempre en darle el carácter más revolucionario que se pudiera […] Se cometió un solo error, y fue la cusa de nuestra muerte; se trató de hacer una sociedad algo tibia… y nos jodimos; debíamos haber hecho un sindicato; debíamos haberle dado un carácter rebelde a más no poder, pero cuando quisimos acordar había entre nosotros una punta de masca afrechos que no nos dejaron hacer nada”.
En 1918, la Sociedad Nacional de Artistas Pintores y Escultores inaugura en un salón de la calle Florida: el Primer Salón de la Sociedad Nacional de Artistas Independientes. Sin jurados y sin premios. Allí exponen por primera vez juntos quienes conformaron luego el grupo de los “artistas del pueblo”.
Esta experiencia de organización y solidaridad entre trabajadores del arte, que estuvo en marcha apenas durante un año, sentará las bases para las posteriores asociaciones de artistas en el país.