Originalmente, la palabra “arte” estaba unida a artesanía y en consecuencia a toda producción hecha por el hombre sin distinción alguna, de modo que el cocinero o el jardinero era tan artista como el pintor o el poeta. Este sentido se fue paulatinamente modificando hasta que el arte quedó separado del trabajo.
En La Boca los dos ámbitos volvieron a fundirse y lo hicieron de diversas maneras. Ya fuera por la tradición laboral de la familia que hacía a los artistas herederos de un oficio, ya por las diversas tareas que les permitían sobrevivir, ya por la centralidad del trabajo como tema de sus obras o por concebir al arte como medio de vida. En estos cruces, la boca del Riachuelo dio lugar, entonces, a la aparición del trabajador artista y del artista trabajador.
Inmigración y trabajo produjeron, en esta parte del mundo, algo único, algo que en Europa llevó siglos: el paso del trabajo artesanal al arte. Los genoveses que llegaron a la ribera traían, como los gremios medievales, sus oficios de artesanos. El nuevo mundo les brindó la posibilidad de proyectar esa creación manual hacia otro lugar donde se encontraban sus aspiraciones. Francisco Parodi fue uno de ellos. Sus orígenes, como el de casi todos los boquenses, lo vinculan al mundo marítimo, ya que la tradición artesanal que poseía era la de modelar polenas, que en el dialecto ligur quiere decir “mascarones de proa”. Partiendo de este oficio antiquísimo, Parodi se transformaría en uno de los escultores más afamados de La Boca. También es el caso de su discípulo, Américo Bonetti que, por tradición familiar ancestral, pertenecía a los que tallaban la madera de los barcos. Guiado por Parodi, Bonetti, pasó del arte de la ebanistería marítima a la escultura. Se transformó en uno de los escultores más famosos del país. Esculpiría, por ejemplo, la estatua de San Juan Evangelista para el altar mayor del principal templo boquense.
Hubo artistas que para sostener su vida y su arte debieron “trabajar de otra cosa”. Así, se sabe que Quinquela fue carbonero, estibador y ordenanza en la Aduana. Porque el trabajo rudo del puerto, que no tenía relación con su arte, le parecía que iba a terminar por arruinarlo como artista, “si yo hubiera tenido que seguir toda la vida cargando y descargando barcos carboneros, -dice Quinquela- hubiera terminado por anularme como pintor. […] Si conseguí hacer algo como artista fue porque me libré a tiempo del carbonero”.
La lista sigue: Fortunato Lacámera comenzó trabajando en el Ferrocarril del Sur como aprendiz de telegrafista, a lo que renunció en 1912, con 25 años, para comenzar su formación artística con Lazzari. Se hizo pintor de brocha gorda para sobrevivir. Víctor Cúnsolo, de padre armero y fabricante de cuchillos, trabajaba de ayudante de carpintero. Miguel Diomede, por su parte, se desempeñó como modesto empleado de ministerio.
Los artistas consideraban a La Boca su hogar; en su abrigo y protección reside la pulsión artística que los llevaría tanto a concretar una obra como a permanecer vitalmente unidos a él.
El escultor Pedro Zonza Briano, uno de los primeros artistas boquenses que trascendió hacia el arte nacional expresó: “Yo nací en la boca del Riachuelo y me enorgullezco de mi origen. Un día siendo yo alumno de primer grado de una escuela boquense, descubrí que era hermoso jugar con el barro. En medio de la calle estaba abriendo unos pozos. Había llovido. El fangal era, che, estupendo, magnífico, regio. Allí se despertó mi vocación de artista. Cuando mis dedos palparon ese barro, tan dócil y tan dúctil, sentí que de aquel humilde barro callejero brotaba lo que sería con el tiempo el santo y divino ensueño de mi vida. ¡Te lo juro! ¡Te lo juro por los mil doscientos dioses de la India! Sentí en mis fibras como si me salieran muchas alas. La primera forma que instintivamente modelé con ese barro inmundo y celestial fue un pie. ¡Asombrate, che! Un símbolo de lo que yo tendría que andar en el mundo para triunfar con mis ideas. Un pie modelado con el mismo barro glorioso que hace cuatrocientos años amasaron los conquistadores con sus pies de gigantes”.