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Washington
Los mejores peluqueros estuvieron desde los 70 hasta los 90 en Villa Crespo

“Querés hablar de arte, Washington habla de arte, Querés hablar de política, Washington habla de política, Querés hablar de contabilidad, Washington habla de contabilidad, así que ¿Cómo no vamos a hablar de Villa Crespo? Te puedo hablar todo la semana de este barrio.”

Con esa tonada uruguaya, su humor verborrágico y su carisma como punta de lanza, Washington rememora sus inicios en Villa Crespo y en el oficio de peluquero que lo hizo famoso en el barrio.

“Había venido en el 73 y me había gustado mucho Argentina pero volví a Uruguay por un tiempo y me instale definitivamente en Villa Crespo en el año 85. También había estado en Alemania pero no me gusto. Imagínate: si hacía frío con el muro, no te das una idea del frío que hacía cuando lo tiraron. No me aguante ese clima y me vine.

Ya cuando llegué al barrio había un montón de peluquerías, y acá estaban los grandes, los mejores peluqueros estuvieron desde los 70 hasta los 90 en Villa Crespo y todos nos conocíamos. Nos juntábamos para saber qué tipo de servicio estábamos dando y cuanto estábamos cobrando, estábamos más organizado. Íbamos a la Nápoles, pedíamos unas pizzas y nos preguntábamos como andábamos laburando. Yo era el más nene de todos en esa época y me llamaban el loco. Desde esa época que vengo marcando una diferencia en la forma de cortar el pelo. No corto con tijera de entresacar. Lo lamento. Te destruye le pelo y tenés que venir a la peluquería una vez por mes, y a mí me gusta que mis clientes vuelvan cada 4 meses. No estamos para andar gastando en peluquería. Yo corto como en campeonato, sin máquina. Salí campeón en el año 87 y todos me jodían, me preguntaban si esa copa la había ganado jugando al futbol y yo me calentaba, y me apagaban los puchos en la copa porque antes se podía fumar adentro de los locales. La gente se fumaba un cigarrito, se tomaba un café, venía a leer el diario, tenía otro movimiento la peluquería, no solo se venían a cortar el pelo, era una salida social, era un lugar importante para los vecinos. La peluquería siempre fue uno de los símbolos de cualquier barrio. Yo por lo menos si soy un símbolo. Vos le preguntas a cualquiera y te van a decir: anda a lo del uruguayo Washington que ese te va a cortar bien de bien. Yo tengo poca clientela pero fiel. Tengo gente del barrio obviamente pero me siguen de todos lados, vienen de Mendoza, de tierra del fuego. Mis clientes son los mejores del mundo. La colectividad judía, por ejemplo, es hermosa como clientela. Les corto para sus festividades, me llevan a sus casas a que les corte el pelo ahí, me regalan comida riquísima y hasta kippah tengo. Ellos valoran mucho mi trabajo, pensá que en el barrio debe haber unas 80 peluquerías, y hoy cualquiera con una maquinita te hace un corte de pelo. Pero yo estudié para esto, yo no cobro por cortar el pelo, ese es mi arte, yo cobro por agarrar las herramientas. Picasso te hacía un dibujito y te lo regalaba pero no te lo firmaba, eso salía mucha plata. Así se construye una carrera. El que es bueno se mantiene, el que es malo no. Yo seré muy loco pero hace 33 años que estoy acá, y eso que me fui un tiempo del barrio en el 98-99 y puse un lavadero de ropa, pero no podía con mi genio y cortaba el pelo atrás medio a escondidas, hasta que me di cuenta que tenía que volver, que lo mío era esto y era en Villa Crespo.”

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