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Isaquito
Las casas estaban todas con las puertas abiertas, era muy distinto a Milán, pude adaptarme en seguida

“Hace más de 70 años que vivo en el barrio. Vine de Milán a fines del 39. Mi madre tenía a sus hermanos en Argentina y eso posibilitó que nos viniéramos para acá cuando empezaron las leyes antisemitas en Italia y en Alemania. Villa Crespo ya para ese entonces tenía una comunidad judía muy grande, y ese tal vez fue uno de los motivos por el cual mi madre eligió este barrio para vivir, no lo sé muy bien porque yo tenía 6 años en aquel entonces. A mí me encantaba el lugar, estaba lleno de amigos, las casas estaban todas con las puertas abiertas, era muy distinto a Milán, pude adaptarme en seguida, pero a mis cuatro hermanas les costó más. Aprendí a jugar al ping pong de casualidad y me hice bastante experto, gane varios torneos, y jugué en varios clubes del barrio. No tenía idea de futbol, no sabía lo que era, y eso que venía de Italia, y también lo aprendí a jugar acá con mis amigos del barrio en la calle. Empecé a trabajar a los 9 años en una fábrica de anteojos, armando los estuches. No era tan común pero había varios chicos del barrio que trabajábamos ahí.”

Isaquito es uno de los socios fundadores de “Isaquito y Ricardo” uno de los históricos locales de la avenida Scalabrini Ortiz, una calle que supo ser en la historia de Villa Crespo un emblemático centro de tejidos y negocios de venta de ropa, siempre comandado por la comunidad judía dentro del barrio.

“Este negocio tiene más de cincuenta años. Estábamos en otro local a dos cuadras, siempre sobre Scalabrini, que antes se llamaba Caning. En un comienzo era un localsito de venta de medias pero nos iba muy bien, teníamos una clientela fiel que nos compraba siempre. Tiempo después un amigo de mi padre me llamó por teléfono y me pregunto si quería ampliar el negocio y me presto el dinero, sin contratos ni papeles, solo con la confianza. La palabra antes tenía mucho valor y así nos mudamos al lado y después pudimos comprar el actual local. Esta calle estaba llena de negocios que vendían muy bien, hoy quedamos muy pocos, antes los locales llegaban hasta el 1000 de Scalabrini pero todo eso se fue desmantelando de a poco, apareció avellaneda como un nuevo centro de ventas, y así fue perdiendo fuerza Scalabrini Ortiz. Las familias judías siguieron llegando al barrio hasta fines de los 50, y siempre la comunidad ayudó a esos recién llegados. La relación era muy buena, en especial con los italianos y los españoles, porque muchos veníamos de esos países, aunque acá también llegaron muchos judíos alemanes y polacos que eran los famosos “Rusos”. Con los armenios no teníamos relación, ni buena ni mala, no había una tendencia a juntarnos, ellos estaban más allá en Córdoba. Se extrañaba mucho el origen, pero acá la gente se encontraba con más libertad. En Europa había persecuciones, matanzas, mucho antisemitismo. La Argentina para nosotros fue un país muy noble que nos permitió crecer. Hoy el local se convirtió en un negocio familiar, trabajan mi hijo y mi sobrino aquí y con el paso del tiempo sin proponérnoslo nos fuimos consolidando como un lugar histórico dentro del barrio, somos uno de los emblemas de la calle Scalabrini Ortiz en el rubro, pero no estamos tan seguros de que todos eso logros sean solo obra nuestra, eso muchas veces lo hace la gente, que en definitiva es la que te sigue y te permite llegar a donde estas.”

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