Ricardo conoce Villa Crespo desde su adolescencia, cuando visitaba la fábrica de camisas que tenía su padre en el barrio. Pasado sus veinte años volvió al barrio por otros trabajos hasta que finalmente en el año 1964 se instaló con su disquería en el mismo lugar en el que se encuentra todavía hoy, la emblemática galería Galecor.
“En la primer época, con mi familia vivíamos en el barrio de Colegiales pero siempre trabajamos en Villa Crespo. Desde hace aproximadamente 20 años que vivo acá, o sea que terminamos adoptando a Villa Crespo como barrio de residencia. Galecor (por Galería Corrientes) fue siempre la más grande y emblemática del barrio. Llegaron a funcionar 4 galerías en Villa crespo, pero en actividad solo quedó esta. El pico máximo de nuestro rubro fue en la década de los 90, donde llegaron a existir 6 disquerías en el radio de 5 cuadras. Luego fueron desapareciendo todas, solo quedamos nosotros, y creo que es una virtud del barrio que nosotros continuemos con esta actividad, que sigamos vendiendo música. El vecino de Villa Crespo es un vecino ilustrado. La música, la literatura, siempre estuvieron muy arraigadas en el barrio. Y al ser un barrio tan céntrico, su población siempre estuvo en contacto con los cines, los teatros, los museos, los espectáculos musicales. Villa Crespo tiene una ubicación muy buena, técnicamente es casi el centro geográfico de la ciudad, con lo cual es y fue un barrio que no paro de crecer. Llega gente a vivir al barrio todo el tiempo, se construye mucho, pero sin embargo es un barrio de gente muy arraigada, yo reconozco caras por la calle de hace 30, 40 años atrás. Digamos que la gente que vive aquí es “ciudadana” del barrio, y digo ciudadana porque no hay que olvidarse de que Villa Crespo es una República. Es un barrio con una personalidad que tiene que ver mucho con sus inmigraciones. Es un barrio cosmopolita, poblado por inmigrantes (y ahora por hijos de inmigrantes) de diferentes colectividades, algunas del medio oriente, judíos, árabes y armenios; y de igual manera por las inmigraciones clásicas, españoles, italianos, alemanes y polacos. El barrio se desarrolló con esa gente, y sus lugares de pertenencia se constituyeron en clubes, o comunidades de carácter religioso, o simplemente social, de encuentro. Todo mezclado con un arraigo muy especial con el tango. Villa Crespo fue un barrio de arrabal. No hay que olvidarse que el arroyo Maldonado era prácticamente una frontera en los primeros días del barrio. Las comunidades estaban mezcladas, pero igualmente cada una tenía una especie de zona, algo así como una frontera invisible. Los judíos se desplegaban a lo largo de Scalbrini Ortis, los armenios se concentraban más cerca de la avenida Córdoba, pero todo dentro de una fusión y una hermandad absoluta. Nunca existió algo parecido al termino “ellos o los otros”, siempre se vivió en una armonía total. Hablando de vecinos solo conocí el termino “nosotros”. “