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Abel / Conventillo de la Paloma
Mi deseo es armar una especie de centro cultural en el Conventillo de la Paloma, para que se conozca aún más

Abel llegó de Chaco a los 15 años y se instaló en la zona. Empezó a trabajar en un taller de autos y hoy hace más de 40 años que continúa viviendo en el barrio. Siempre fue amante de los lugares populares con historia y es por eso que hace unos 25 años no solo vive en el mítico conventillo La Paloma sino que también lo promueve haciendo visitas guiadas y recibiendo muy amablemente a todo aquel que toque el timbre con ganas de conocer ese lugar fundacional en la historia de Villa Crespo.

“Es un lugar emblemático. Acá Vivian los inmigrantes que venían a buscar trabajo de Europa. Turcos, españoles, italianos, judíos. Muchos venían sin sus familias, eran hombres solos. Salvador Benedit tenía una fábrica de calzado muy grande, y contrataba a muchos extranjeros a los que mandaba a vivir al conventillo para que estuvieran cerca de su trabajo. En su época llegó a ser una de las fábricas de calzados más grande de Buenos Aires por lo que realmente eran muchos los que trabajan allí.

En el conventillo vivían unas 500 personas. 120 habitaciones. 4 personas por pieza.

La Paloma es en honor a una mujer que se decía que trabajaba en el bajo, en los cabarets y que la trajeron a vivir aquí para divertir a los hombres solos que estaban aburridos sin su familia. Era una mujer muy hermosa, todos estaban enamorados, era muy elegante y siempre vestía de blanco y bajaba por la escalera de la pieza que está justo acá arriba en lo que hoy es el patio de mi casa, o sea que yo vivo hoy donde supuestamente vivía La Paloma. Ella era todo un símbolo. Antes esto era un solo patio a lo largo con todas habitaciones a los costados. Mucho después se hicieron estos PH, juntaron varias piezas y armaron estos departamentos con patiecito interno como tengo yo. Había 2 baños y dos cocinas. Hacían cola para bañarse o ir a hacer sus necesidades y cocinaban todos juntos, se armaban bailes y peleas, cada uno con su idioma, y al otro día todos reconciliados se iban a laburar. Se vivía en comunidad. Poco a poco empezaron a traer a sus familias, a sus mujeres y a sus hijos, y muchos se fueron casando entre ellos, con los hijos de otros inmigrantes y así se empezó a formar esta mezcla tan típica del barrio de tanos-turcos, judíos-españoles y terminaron todos siendo parientes en ese crisol de razas que se dice. Así arrancó Villa Crespo. Esto es de 1888, 1890, el barrio empezó por este pasillo, este lugar es fundamental. Antes de que se hicieran las torres de Murillo, donde estaba la Curtiembre, la idea era crear un parque y que dentro del mismo quedara parte del casco histórico y parte de lo que era la oficina de la curtiembre y la chimenea como un símbolo, como algo cultural.  Eso no se pudo hacer y todo desapareció. Entonces el conventillo es lo único que queda con ese valor histórico. Es un patrimonio del barrio y de la ciudad. Hoy vivimos acá 17 familias, y seguimos teniendo algo de ese espíritu. Hay gente extranjera, toda laburante, y nos llevamos bien. Hay un paraguayo, un boliviano y mucha gente de las provincias. Mi deseo es armar una especie de centro cultural para que esto se conozca aún más y para que tenga actividad artística. Siempre hacemos fiestas en la calle, con la iglesia, los clubes, otros centros culturales, y la idea es que esto siga y crezca, que haya un teatro, un museo, un bar temático, que la gente que viene a conocer tenga un lugar donde realmente pueda encontrase con algo cultural, que pueda quedarse a tomar algo, escuchar una guitarra, bailarse un tango. Que siga, que no deje de existir.”

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