“Allá por el 30, los pibes que jugaban a la pelota en la calle y molestaban a los vecinos, decidieron fundar un club. Haciendo pequeños bailes y ‘asaltos’ fueron juntando dinero y alquilaron una casa por un par de años hasta que se mudaron a Melián e Iberá, donde estuvieron 30 años. Pero había que ponerle un nombre al club: Los luchadores de Saavedra, Los vengadores de Saavedra… Había uno de ellos que estaba leyendo el diario Crítica del periodista Natalio Botana, y en la portada decía algo de Sócrates: ‘Dios me puso sobre vuestra ciudad como el tábano sobre un noble caballo, para picarlo y mantenerlo siempre despierto.’ Eso es lo que tenemos que hacer nosotros, picar para estar siempre despiertos. Por acá pasó mucha gente muy importante: Alberto Castillo, Ángel Vargas, Enrique Campos, Aníbal Troilo, Sandro, Oscar Rovito (Tarzanito), Hugo del Carril… Lino Spilimbergo, extraordinario, vivía acá a dos cuadras. Edmundo Rivero que se vino a Saavedra. Y Goyeneche que es distinto, porque es propio del Tábano. Inclusive, en un baile conoció a su esposa, Luisa” cuenta Héctor Bisconti.
“El club se fue formando sobre 4 pilares: la familia, los amigos, el tango (uno de los valores fundamentales) y el fútbol. Acá almorzamos con los amigos, jugamos al truco, comemos, nos reímos, pasamos el tiempo felices. Lo que le aportaron los clubes de barrio a la sociedad es increíble. Nosotros éramos chiquitos y vivíamos en el club. De acá salieron Julio Cozzi (arquero de la selección argentina), El Marqués Rubén Sosa (Racing), Croa y Frágola (Platense), Luisito Maravilla y José Díaz (Excursionistas). En cuanto al futuro, nos preocupa la sucesión. Estos clubes necesitan tiempo. Nosotros estamos grandes. No tenemos muchos sucesores. Vos antes vivías dentro del club, y pasabas a formar parte de la comisión naturalmente. Hoy la gente viene a tomar las clases y se va. Llega un momento en que hay que dar lugar a los más jóvenes. La Orquesta Tábano Club es un grupo de gente joven, ellos están integrados, con ellos tenemos una esperanza. Estamos haciendo nuevas obras y brindando nuestros salones a la comunidad que es lo más importante. El tábano sigue picando.” dice orgulloso Chiche Molina.