“A los 8 años fui a jugar papi fútbol al Tábano de Melián. El nombre del equipo era Y quién lo diría. Pasé la mitad de mi vida fuera del país jugando al fútbol profesionalmente. Al nuevo Tábano volví hace más de 15 años, y la primera vez me atendió Bisconti. Saavedra era divino, de casas bajas, de higueras, de jardines con naranjal que cuando entrábamos a sacarlas los vecinos nos corrían. Con mi mamá iba a comprar a las quintas de Balbín la verdura por nada. Yo me crié en el parque con el arroyo a la vista, los leones, el puente levadizo, la calesita… en el centro del parque había una fuente que en verano se llenaba de agua y nos bañábamos ahí, y en invierno se patinaba. Como el arroyo circundaba todo el parque, se entraba por el puente, y a la noche se levantaba y no podía entrar nadie, como un castillo” rememora Chiche junto a su amigo Héctor que se suma: “Este barrio es único. A uno le gustaría volver 40 años atrás. Lo sigo viendo solidario, familiero, pero hay cosas que se han perdido… había honra, había códigos, principios. Antes se respiraba la solidaridad, el amor, la fraternidad… eran otras épocas, de bohemia, cine, teatro, fútbol, basquet, boxeo… era un auge terrible.”
Chiche nos regala parte de su anecdotario: “De Saavedra salió el dicho: ‘se armó una trifulca’. Los Trifulca vivían en Larralde y Roque Pérez, eran pesados. Cuando se armaba lío la gorda sacaba un revólver. Salían los Trifulca y volteaban a todos. También ‘Andá a cantarle a Montoto’, quien era gerente de Platense y cuando iban a cobrar no pagaba nunca… Gerardo y Aristides Lafranconi eran los dueños de la Pulpo que estaba a una cuadra de mi casa. Todos los lunes iba a la tarde. Yo al arco, ellos pateaban. Todos los lunes con una pelota Pulpo nueva! Los pibes jugaban todo el día a la pelota, pasaba un bondi cada hora y pico. En la esquina de casa había un policía que le gustaba el tango con locura. Con los muchachos poníamos una fonola en la esquina y el cana nos enseñaba a bailar. Con él aprendí las salidas del tango, es hermoso”. Héctor recuerda al ‘Mono’: “Los dos fanáticos de Gatica, fuimos a ver todas sus peleas, un ídolo extraordinario. Te lo encontrabas con señora en el cine Aesca o el Cumbre. Siempre con perfil bajo. Cuando iba al Luna Park se transformaba, y en el ring si podía te destrozaba. Acá en el barrio era uno más.”