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Mis abuelos son sobrevivientes de un pueblo muy valiente montañés que resistió mucho a los turcos, el pueblo de Hadjin, es realmente increíble lo que han hecho para salvar a su pueblo.

Yo nací en el seno de una familia armenia, mis abuelos vinieron refugiados de Armenia y se instalaron en el barrio de Soldati en la esquina de Fructuoso Rivera y Rivera Indarte, cuando era todo un barrial, todo barro. Pudieron construir su casa y tuvieron 5 hijos, mi papá el mayor de ellos. Mi mamá es uruguaya, se pusieron de novios, se casaron y en la casa de mis abuelos nací y me crié. Tuve la suerte de conocer a los 4 abuelos. Yo pienso que mis abuelas vinieron cargadas de ovillos de lana, de historias y mientras tejían nos iban contando historias. Después fui haciendo las elecciones de mi vida con una gran inclinación por la literatura, no me di cuenta temprano, luego hice una revisión y me di cuenta que venía por ahí. Cuando íbamos a Montevideo a visitar a mis abuelos nos contaban muchas historias, yo las escuchaba con mucha avidez y aprendí mucho de ellos.

Soldati, mi barrio, era una pequeña Armenia. Mi papá tenía un taller de gomería, todo el mundo lo conocía Martín, el armenio. Aparte había muchos tanos, muchos gallegos, y se veían, se pasaban las recetas y era realmente muy pintoresco. Festejábamos la fiesta de uno, de otro, de todos. Después se sumaron también los bolivianos; era un barrio totalmente de inmigrantes vivíamos todos compartiendo lo que cada uno podía traer, éramos de puertas abiertas. Y  la casa de mi papá, donde yo después nací, fue la primera escuela Armenia, en un rinconcito que cerraban con una alfombra. Venía una maestra Armenia, dos veces por semana, juntaban a los chicos y le daba clase de armenio para que aprendieran a leer y escribir la lengua. Ese rinconcito fue después de muchos años donde yo dormía, me enteré cuando me recibí de maestra.

Mis abuelos son sobrevivientes de un pueblo muy valiente montañés que resistió mucho a los turcos, el pueblo de Hadjin, es realmente increíble lo que han hecho para salvar a su pueblo. Todo eso me lo han contado de chiquita, quién era mi bisabuelo quiénes eran mis tíos, todos luchadores. En esas historias aprendí quién soy yo. Es parte de mi ser de mi identidad yo no lo puedo negar. Entonces tomo conciencia de eso, y sigo reclamando; cuando veo alguna injusticia no me lo callo.

Me casé con un descendiente de Armenios, formamos una familia armenia (mi hija bailó mucho tiempo danzas armenias). Con mi marido hace poco fuimos al Líbano y a Armenia, él tiene familia en el Líbano. Estaban algo vinculados un poco por WhatsApp y Facebook pero él se vino de muy chico y no se conocían. Y de alguna forma nos preguntaban ¿por qué se fueron para allá? Es que para mí Argentina abraza a todo el mundo de una forma que es increíble, eso es hacer sentir bien al otro.

© “Armenios en la Ciudad de Buenos Aires” de Carlos Iglesias –  Rumbo Sur, 2018.

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