Conversación con Facundo Gaitan Hairabedian, Greta Kaladjian y Alexis Papazian
El origen de la Fundación está en la tarea de Gregorio “Coco” Hairabedian y Luisa Hairabedian (padre e hija), ambos abogados pensaron las maneras legales por los cuales poder terminar con la impunidad del Genocidio Armenio. Así encuentran que la jurisprudencia argentina, vinculada con el derecho a la verdad, y la estructura jurídica que quedó en el país luego de la dictadura militar argentina, permite iniciar una demanda al estado turco, por el derecho a la verdad del Genocidio Armenio. En el año 2001 esa demanda es aceptada, y en el año 2002 se lanzan desde el tribunal exhortos a los distintos países que estaban en relaciones diplomáticas con la Turquía moderna para que abran sus archivos así se podía investigar y buscar las pruebas.
Luisa fue la encargada de gestionar todo ese proceso, junto con Federico, y en la mitad de búsqueda de pruebas Luisa fallece en un accidente de tránsito. Ya en este estadio del proceso judicial se necesitaban abogados, traductores, distintos profesionales para preparar las pruebas, entonces nace la Fundación, que se pensó en un primer momento como un espacio para reunir a todos estos profesionales y darles un marco institucional. Además, en ese momento se acoplan a la demanda las distintas instituciones armenias de la colectividad argentina.
Para luchar por los derechos humanos, solo con la cuestión jurídica no alcanzaba, sino que era necesario darle un marco educativo, de investigación, cultural, y todo eso es lo que le va a dar forma a la Fundación. En la misión de la Fundación está trabajar por una sociedad humanista, que luche por los DDHH para alcanzar esos objetivos que tienen que ver con la dignidad, la libertad y la igualdad. También la función es salir estrictamente de la cuestión armenia, que si bien era y sigue siendo la central, también se trata de poder entender que los DDHH no son una temática armenia, sino una temática universal, y que excede en buena medida al Genocidio Armenio. Por eso cuando nosotros trabajamos desde distintos espacios, no lo hacemos desde una mirada particularista del Genocidio Armenio.
En el año 2011, finalmente la justicia argentina determinó en un fallo que tiene carácter simbólico y declarativo, que corresponde con lo que es el derecho a la verdad, que lo que sucedió en el imperio otomano y en el moderno estado turco entre 1915 y 1923 fue el delito de genocidio. Si bien el genocidio armenio es el segundo más estudiado no tenía fallos judiciales, y ese punto creo que fue nuestra punta de lanza. ¿Es eso solo la Fundación?, por suerte no, hay un montón de otras cosas. Desde el programa educativo que existe desde el año 2006, siempre se trabaja desde la convención sobre genocidio, así como la declaración universal de DDHH y se trabajan distintos casos. Cada año se hace un proyecto artístico donde se elige un punto del programa en el que se trabaja esa cuestión específica. Se les propone a las escuelas que hagan instalaciones que planteen el problema de los genocidios, y ellos lo abordan, con la particularidad de cada escuela, de cada docente, y el interés de los chicos, a partir de la propuesta que nosotros hacemos, la toman y la resignifican. Hay escuelas públicas y privadas, armenias y no armenias, porque justamente la idea es trabajar la problemática independientemente de lo que nos ha pasado a nosotros como descendientes de armenios.
El tener relaciones con otras organizaciones armenias, con las escuelas, desde lo institucional, y con organizaciones que no son armenias donde encontramos que hay una sinergia que también se produce ahí. Lo que nos diferencia de otros espacios e instituciones armenias es que la Fundación fue pensada como un espacio de profesionales trabajando desde lo académico, no tomamos lo armenio por una cuestión únicamente afectiva y que tiene que ver con nuestras raíces, que obviamente nos atraviesa y que nos llevó a estar en estos espacios, desde lo profesional, y de militancia.
También la Fundación es fruto de una actividad colectiva donde pasó un montón de gente trabajando por acá, como Alejandro Schneider, Florencia Di Matteo, Mariela Bondar y Bety (mi tía) fue parte fundamental después de la muerte de Luisa en lo que es la organización de todo esto, y un montón de profesionales que pasaron con el mismo espíritu con el que estamos nosotros hoy acá y después continuaron su trayectoria hacia otros lugares y que si levantamos el teléfono y los llamamos, vienen. Algo así como cosechar de la siembra.
© “Armenios en la Ciudad de Buenos Aires” de Carlos Iglesias – Rumbo Sur, 2018.