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Situación de calle
Intervención social en la Ciudad de Buenos Aires

“Las causas de la exclusión pueden ser distintas, pero, para quienes la padecen, los resultados vienen a ser los mismos. Enfrentados a la amedrentadora tarea de procurarse los medios de subsistencia biológica, al tiempo que despojados de la confianza en sí mismos y de la autoestima necesarias para mantener su supervivencia social, no tienen motivo alguno para contemplar y saborear las sutiles distinciones entre sufrimiento intencionado y miseria por defecto”.
Zygmum Bauman

“La calle no es un lugar para vivir”, “El problema de fondo no es habitacional”, “No se trata solo de asistir, hay que saber escuchar”, “Acontece en la ciudad, se origina más allá”, “La droga nos aleja de cualquier solución”, “Sin trabajo, sin salud, sin dignidad, la calle es una etiqueta más”. Estas y un sin fin de frases más se pueden escuchar de aquellos que día a día intervienen sobre un tema que casi nadie quiere ni siquiera mirar.

En julio de 2011 publicamos Experiencias de trabajo con personas en situación de calle, donde compartimos el recorrido de un equipo de profesionales que venían trabajando en una misma institución durante quince años. La propuesta fue rescatar ese conocimiento, con sus sensaciones, contradicciones y métodos, como una forma posible de abordaje. Fue muy importante recibir el apoyo y el interés académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la Junta de la Carrera de Trabajo Social. Sin embargo, lo que definitivamente resultó significativo fue la presentación del libro. Nos sorprendió un aula llena de referentes y representantes de instituciones que trabajaban en el tema. Con avidez de encontrarse, de poder decir, de compartir la problemática y pensarse a sí mismos.

Con esa motivación, compartimos este nuevo paso: acercar una mirada más abarcativa del accionar en la ciudad. Para ello presentamos la tarea de los organismos del Estado, la Iglesia, las organizaciones e instituciones de la sociedad civil, grupos de voluntarios independientes y testimonios de personas en situación de calle. Está claro que todos son parte del tema, pero ¿todos piensan lo mismo o lo hacen de la misma manera? Escuchar, analizar y entender qué/ cómo/ para qué se hace y cuál es la mirada particular de cada uno de ellos es el desafío y la riqueza de esta tarea.

Un relevamiento de la intervención social en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que, aún inconcluso, presenta, reúne y alienta el encuentro y el diálogo para pensarse como un conjunto diverso y unido en beneficio de los destinatarios. Un libro que permita a la ciudadanía comprender un poco más, para escapar a toda simplificación y estereotipo, para empezar a involucrarse en una problemática de la que no se puede estar ajeno.

Libro 17×24 cms. 96 páginas color.
ISBN 978-987-27338-9-6
Recursos: Video, archivo, fotos.
Buenos Aires, Argentina – 2015

Coordinación de proyecto
Carlos Iglesias
Pablo José Rey

Equipo de trabajo
Cecilia Olza
Paloma Aliaga
Magdalena Siedlecki

Corrección
Juan Manuel Lacalle

Fotografía
Paloma Aliaga
Pablo José Rey

Libro virtual

La mirada del otro / Alfredo Moffatt

conversaciones con Pablo Rey y Carlos Iglesias

 

En el ’84 fui Director del Hogar Félix Lora, un depósito de indigentes en vía pública. En dos años yo lo convertí en una comunidad de rehabilitación. Venía de trabajar en el Borda, en la Peña Carlos Gardel. Esa época era tranquila comparándola con la de ahora. Existía el “croto”, históricamente el viejo linyera, peones golondrina que viajaban gratis en los trenes de carga con la ley de Crotto. De ahí le quedó “croto”. Eran peones rurales que tenían códigos muy estrictos y toda una cultura, a veces, de base anarquista. Todo eso se fue perdiendo porque la ciudad es muy brutal y fueron quedando en la calle. Especialmente, lo más doloroso para mí son los chicos. Chicos que quedan como animalitos refugiándose en una selva de cemento donde son negados. Una vez me dijo uno: “nosotros nos aguantamos el frío porque vamos cerca del subte, nos aguantamos el hambre porque siempre hay un cacho de pizza lo que no aguantamos es que nos miren como basura y que nos ninguneen”. Cuando yo era chico, si había un chico en la calle salían diez madres y le daban café con leche. Ahora son ninguneados.

Nosotros trabajamos con nuestra consigna en todos lados (la Peña, Cooperanza, La Colifata o El Bancadero): sin plata y sin permiso, entre todos y como se pueda, trabajando con autogestión. Eso se mantiene. En el Félix Lora cuando llegué no había ningún tipo de rehabilitación ni de comunidad, entonces empecé a trabajar haciendo asambleas comunitarias todos los viernes. Ahí cada uno hablaba y decía lo que podíamos hacer. Lo primero fueron cosas muy concretas: la guerra a los piojos, por ejemplo. Después tuvimos que  conseguir artefactos para calentar. Luego, el silencio nocturno. Es decir, había reglas de comunidad y había un director (que era yo).

Para trabajar en una comunidad o una tribu de muchachos de calle tiene que haber un poronga, alguien que ellos respeten y que, además, esté probado que no va a traicionar. ¿De dónde vienen, a dónde van? Hacemos un proyecto entre todos y yo hago que no se traicione. El líder hace eso, no propone un lugar a dónde ir, sino que la gente lo propone y el líder hace que se pueda llegar.

Situación de Crisis: Lo inesperado de la nueva situación que se le exige vivir es más importante que el nivel de traumatismo sufrido por alguien (paciente). Esa situación que sentirá como “irreal” y experimentará fuera de lo que está sucediendo. Diríamos que solo es real lo que se espera, lo que fue concebible antes como posibilidad en la fantasía de futuro. Por eso se dice que “esto” o “lo otro” no estaba previsto, esto es, no estaba visto de antemano. Cuando las circunstancias nos colocan dentro de un personaje que nunca habíamos anticipado, el de huérfano, viudo, adulto, exiliado o “persona en situación de calle”, puede sobrevenir el desconcierto y la crisis.

Cuando una persona pierde el trabajo, si no lo recupera en poco tiempo se ve privada también de la vivienda (porque no puede pagar el alquiler o porque en la pensión han dejado de fiarle). Entonces queda en la calle. Camina todo el día, se le rompen los zapatos, se le arruina la ropa al tener que dormir en cualquier lugar y no tiene dónde higienizarse. Ese hombre —prevalece en cantidad sobre las mujeres, aunque estas aumentan día a día— es una víctima del “brote de la pobreza”. Ya en ese momento también es un marginado social y tiene tres grandes enemigos: el  hambre, el frío y la angustia.

Con esa apariencia nadie les da trabajo, porque tienen aspecto de mendigo. Es un punto de no retorno, como el de la psicosis, cuando se estructura un delirio y queda “del otro lado”, con un lenguaje hermético que precisara incorporar un interlocutor para generar códigos para el dialogo.

En este recorrido a través de casi cincuenta años de trabajo con pobres, si me proponen ser director o asesorar a lo estatal enseguida voy, pero iría más calmo. Antes era como un personaje heroico. De joven sí, pero de viejo ya no. Sostendría los hogares, los paradores y trataría de mejorarlos pero sin cuestionar mucho el sistema; con el diseño de un plan que contenga al que está en la calle, creando cooperativas de trabajo donde hagan cosas (mueblería, por ejemplo, hay muchos oficios). Una cooperativa para laburar.

Estamos condenados a caminar entre la incertidumbre y la pérdida, pero la cultura construyó sistemas de sostén para ese salto que permiten armar proyectos y hacer, así, una vida con sentimiento de realización. La vida es como un viaje en la niebla: solo vemos “ahí no más” y para poder avanzar debemos alucinar un camino. A este camino lo inventamos con partes del recorrido, suponiendo que hay curvas y escalones que se repiten. De todos modos, ese futuro (el proyecto) es siempre una plataforma que avanza en ese vacío de información que tenemos siempre adelante.

Para citar:
La mirada del otro, Alfredo Moffatt, conversaciones realizadas por Pablo José Rey y Carlos Iglesias
Rumbo Sur, Buenos Aires 2012

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