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Por la boca del Riachuelo entraron las grandes masas de inmigrantes que vinieron a poblar las tierras de los cultivos y los ganados, y las ciudades de las fábricas y las universidades. La Boca fue el receptáculo inicial de esas caravanas inmigratorias. Hacia 1870 el barrio deja de ser aldea, ahora ostenta el título de “pueblo”. Diez años más tarde, con la federalización de Buenos Aires, termina de consolidarse el proceso de formación institucional de la Nación. Desde entonces, La Boca pasó a ser una sección de la Capital Federal del país. Sus calles siguen siendo en esos años un paisaje agreste, tupido y enmarañado, a trechos ralo que la deja a un costado de la urbanización.

La inmigración europea en el Río de la Plata incorpora al país elementos disímiles que van creando hábitos, modos, expresiones nuevas de vivir. La presencia de los italianos va a otorgar a este barrio y a la joven nación rasgos distintivos en la configuración social. Los núcleos poblados a los que los inmigrantes aportan sus peculiaridades de origen van cobrando características propias particulares. La Boca es uno de ellos.

Vuelta de Rocha, 1870. Vista tomada desde la Isla Maciel. Astilleros en Vuelta de Rocha. Australia y Pedro de Mendoza. Archivo MBQM.

La expansión de la frontera agrícola, que incorporaba cada vez más tierras para el ganado y el cultivo, necesitaba una creciente mano de obra que la población local no podía brindar. A partir de 1860 comienza una política de fomento a la inmigración. El Estado Nacional intensificó la propaganda exterior para atraer a pobladores extranjeros a instalarse en el país. En esa década la población total de la Argentina rondaba el millón y medio de habitantes. Entre 1860 y 1920 la inmigración sumó casi cinco millones de personas. Los recién llegados se encontraron en una tierra nueva, con una población criolla local reducida y un caudal enorme de extranjeros, como ellos, con quienes se mezclaron. Para entonces, más de la mitad de las personas que habitaban nuestro país era extranjera. Estos no son sólo datos estadísticos poblacionales, sino que fundamentan la comprensión de la cultura argentina moderna.

En La Boca, en particular, la preponderancia de los genoveses le dio al barrio una cohesión y un perfil cultural singular. Para 1869, el poblado de La Boca contaba con 6245 habitantes. Se habían instalado en las zonas cercanas a la boca del Riachuelo, aledañas al puerto.

En 1871 se crea el juzgado de Paz, con la elección del primer Edil Emilio Bunge, concejal por San Juan Evangelista, nombre de la parroquia local.

Según el censo escolar de 1882, el barrio se componía principalmente de marineros, changadores y carpinteros, principales oficios de los habitantes ribereños. Las mujeres, en su mayoría, hacían tareas domésticas; unas pocas eran costureras y otras menos lavanderas.

La inmigración llegaría a su tope en 1914, cuando de los 7.885.237 habitantes de la República Argentina el 29,9% era población extranjera. Para ese entonces en la Ciudad de Buenos Aires moraban 1.575.814 habitantes, donde los inmigrantes eran mayoría. La proporción se hacía notoria entre los que encarnaban la fuerza de trabajo: “El censo de 1914 señala un considerable aumento de extranjeros en la población del país en el grupo de los varones de más de 20 años de edad: los extranjeros (1.550.000) superaban a los argentinos (950.000). Esta diferencia se acentuaba en la ciudad de Buenos Aires donde por cada argentino nativo mayor de 20 años, había aproximadamente tres extranjeros que también superaban dicha edad” cuenta el historiador José Panettieri.

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