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Vinimos a acomodarnos al barrio, no a cambiarlo
Vanesa Christensen
Editado por Rumbo Sur

Del libro:
PRIMERA INFANCIA
Intervención Social en la Ciudad de Buenos Aires.

Editado por Rumbo Sur

Elegimos trabajar acá

Como asociación civil queríamos estar presentes en este barrio, lo elegimos. Estamos funcionando en Constitución desde el 2014. Hay una comunidad con algunas particularidades. Estamos en plena zona roja, donde hay muchas trabajadoras sexuales que son mamás de los niños que ingresan a nuestro Centro. Asimismo, es multicultural —y trabajamos desde ese aspecto— porque muchos de los niños que asisten son de origen dominicano, africano, chino, senegalés o argentino.

“Casitas” aborda desde su inicio una matrícula total de 180 niños. Además de la entrevista de incorporación, tenemos un equipo técnico que trabaja muy intensamente sobre las particularidades de la población. Se realiza un relevamiento y se profundiza mucho más allá de la planilla de guía, lo charlamos, lo vemos, y a partir de ahí comienza la incorporación. Hay un score también que se tiene en cuenta porque tiene que ver con romper con el orden de ingreso por llegada; acá el ingreso es por situación de vulnerabilidad.

Acompañamiento a lo largo del tiempo

La edad mínima es de 45 días y tenemos una sala de lactantes de 30. Nuestro desafío es que una vez que ingresan lleguen hasta sala de 3, lo que no es tan fácil. Las primeras salas son las que más rotación tienen. Hace poco, una mamá apuñaló a otra y entró con el cuchillo al Centro. Es decir, que debemos tener educadores sociales que estén preparados para abordar estas situaciones, que no mueran de un ataque de pánico, no se les tiren encima y pongan en riesgo a los niños, y trabajen en el uno a uno, conociendo a la comunidad en la que estamos.

Cuando está finalizando la sala de 3, nosotros los ayudamos con la continuidad escolar. Aunque no tenemos autoridad ni autorización para que los niños del CPI tengan un ingreso directo. Si lo puede hacer solo, le brindamos la máquina con la página web, y si no lo puede hacer solo hay un equipo que está ayudando, con un grupo de pasantes de la UBA, trabajadoras sociales. La idea es que a mediados de octubre hagamos una evaluación y veamos si todos los chicos de sala de 3 están con un colegio medianamente asignado (porque no es solo eso; hay que completar el formulario, llevar la documentación). Hasta ahí llegamos, más o menos; aunque nos ha pasado que una familia ha venido con alguna situación de sala de 3 (dos años después) sin saber cómo abordarla. Lo que recomendamos es hablar con el equipo técnico, o directamente nos ponemos en contacto con el equipo técnico del establecimiento educativo que se trate. Los CPI han logrado superar el abordaje de ese tipo de problemáticas de otras ofertas educativas a lo largo del tiempo.

Características de la comunidad y nuestra tarea

Las problemáticas sociales de la comunidad son la violencia de género, el trabajo sexual, aunque no como problemática en sí misma, la situación de calle, las familias monoparentales, y alguna situación de consumo. Hemos atravesado situaciones complicadas de alto riesgo y otras no tanto, que pudimos ir abordando con paciencia y tranquilidad (vinimos a acomodarnos al barrio, no a cambiarlo). Nuestro equipo técnico trabaja para poder detectar situaciones que no surgen espontáneamente (otra cosa es recibir la demanda de una familia que de repente ha sido desalojada o que está en situación de calle). Esto tiene que ver con el trabajo en profundidad: no solo trabajar con lo que se ve sino también con lo que no se ve (ahí está el desafío). A veces cuesta conformar equipos técnicos sólidos, ya que estamos trabajando con una población que requiere una atención distinta; no hablamos de educadores comunes y corrientes, sino de educadores sociales.

Puertas adentro, el tema del trabajo va más allá del cumplimiento de los requerimientos lógicos de los procedimientos y protocolos que tienen todos los CPI. Tiene que ver con una comunicación constante entre lo que nosotros entendemos que tiene que ser la figura del educador social, el equipo técnico y el equipo directivo, para abordar las cosas en conjunto y para que la información fluya. No se trata solamente del equipo técnico buscando la información de la realidad de la sala, sino que el educador social se compromete con su labor, sabiendo que más allá del niño hay una familia y un contexto que nosotros tenemos que laburar. Viene y acerca, con preocupación por algunas problemáticas que no está en condiciones de abordar porque hace un trabajo diferente; en ese sentido, hay una distribución de roles bien marcada para trabajar en equipo.

A veces llega directamente la familia pidiendo ayuda muy clara: necesitan el lugar porque están atravesando “tal situación”. Automáticamente se aborda al niño que ya se incorpora y la problemática. Otra es: el niño nos puede estar contando algo, ya sea a través de su comportamiento, una marca, un rasgo o un seguimiento (por ejemplo, si al principio está integrado pero luego a mitad de año vemos que cambia su comportamiento, debemos poder analizar qué hay detrás). Por otro lado, el equipo técnico influye más en la comunicación entre los pares y en cómo se relacionan a través del juego, lo que permite abordar otras cuestiones.

Hay mucha demanda espontánea porque acá, en “Casitas”, creemos que somos referentes del barrio (es más, nos llegan problemáticas que nosotros no deberíamos abordar); por eso, la espontaneidad es una gran parte del conocimiento de prácticas existentes. La otra parte es la familia, que al principio no viene manifestándose pero, a lo largo del año, por medio de las entrevistas empieza a soslayar alguna situación que la está incomodando. Siempre decimos que no le cambiamos la vida a nadie pero sí hemos logrado agregar valor: familias que salieron de situación de calle y que tuvieron una terminalidad educativa, o con falta de trabajo y el equipo técnico empezó a enseñar a hacer currículums.

Poder conocer a la familia nos permite a nosotros durante 3 años estar trabajando en determinada problemática; nos mata cuando llegan el último año y nos dan un tiempito cortito para trabajar con determinadas cuestiones, cuando en realidad requieren un plazo más amplio. El solo hecho de que el niño siga asistiendo al Centro es un éxito y el primer logro es que venga. Frente a aquel que estuvo atravesando algunas situaciones, se sintió expuesto y no quiere volver, hay que hacer el seguimiento y salir a buscarlo; lo que significa que si no atienden el teléfono vamos a tocar la puerta al lugar u hotel donde se estén alojando.

En cuanto al niño, este año se empezó a trabajar desde un concepto del respeto de los derechos; eso tan mencionado y trillado pero que llevarlo a la práctica no es tan sencillo. Lo importante es escuchar verdaderamente la voz del niño y que realmente sea el centro de cada una de nuestras decisiones. Esto significa un reacomodo en un montón de cuestiones, como corrernos del lugar del educador que viene a transformar el mundo en un lugar de autoridad para, en cambio, permitirnos aprender del niño, que es algo bastante diferente. En cuanto a las problemáticas, hay situaciones muy variadas y cada una ha recibido un abordaje y un tratamiento distinto. Por ejemplo, en este Centro en particular vemos algunas familias que se pueden incorporar como voluntarias, ya que la idea es poder acercar a la familia al Centro. Incluso, una educadora social que tenemos es mamá de una niña que venía hace un tiempo que ya egresó del centro, y hoy por hoy está incorporada como educadora social. Creemos que en esta figura de educadora social hay mucho por hacer y es un rol que formativamente no existe, entonces tenemos un sistema de autoformación y capacitación interna para llegar a poder trabajar sobre el alcance y el rol de lo que nosotros creemos que debe cumplir un educador social.

Me parece que llegamos a trabajar tan profundamente con las familias que, después, cuando ingresan al otro sistema, más allá de que se van a adaptar, hay una brecha muy grande, y está bueno trabajar como estamos trabajando nosotros porque realmente se requiere un esfuerzo distinto, más recursos y un Estado mucho más presente en todos los sentidos (los tenemos desde este lugar para poder trabajar hasta los 3 años). Uno se queda con la angustia al pensar qué hacer cuando egresan, qué viene y qué pasa después en salita de 4, cuando un educador trabaja distinto y desde otro lugar, vulnerando otra vez lo que pudimos recuperar y el terreno ganado (con esto no quiero decir que somos eximios expertos).

El rol de las organizaciones de la sociedad civil

La Primera Infancia debería ser una preocupación de Estado, una política pública. Y creo que la función de las organizaciones de la sociedad civil es fundamental porque presentan una condición básica que es la flexibilidad, lo que no significa que no requieran control. A su vez, deben ser transformadoras y los que estamos en las organizaciones civiles tenemos que ser los que sugiramos cambios en las políticas de Estado. Esa cosa de generalizar y protocolizar todo no estaría dando resultado, porque no se trata de una receta de “copio y pego”, sino de una construcción que se hace en cada uno de los barrios. Los CPI nacen tratando de resolver cómo hacer para brindar asistencia nutricional a un niño en situación de vulnerabilidad, un equipo técnico y estimulación para que cuando empiece una salita de 4 o de 5 esté en igualdad de condiciones.

En principio, nos costó que los CPI fueran reconocidos; llamábamos y no sabían qué éramos. Es decir, primero queríamos que sepan todos los organismos qué es un CPI y para qué estamos, y eso tiene que ver con poder generar estas articulaciones desde arriba y que no tengamos nosotros que remar para armar las redes barriales (creo que esto allanaría muchísimo el camino). Me ha pasado de estar en un hospital determinado donde el equipo técnico decía: “Yo no pienso hacer nada, el niño último”, cuando nosotros estábamos trabajando con el niño primero. Por eso menciono la importancia de determinadas políticas públicas sobre a dónde enfocamos. Ojalá todos los organismos estemos enfocando en la primera infancia, pero hoy no pasa, y si lográramos eso probablemente se alinearían mucho más los planetas (me refiero a todas las organizaciones que están, en su conjunto).

Hay distintos pensamientos, vaya a saber uno qué es lo más importante para cada organismo hoy. Ahí tiene que estar el Estado con las prioridades; todo es importante, pero el punto es cómo lo abordamos. Este no es un laburo para un “toco y me voy”, porque se destruye mucho lo construido. Lo mismo, pero multiplicado, nos pasa con todos los organismos. La diferencia es que acá podemos elegir rápidamente y con flexibilidad quién forma parte del equipo y quién no.

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