Los que vinieron desde Irlanda el 2 de septiembre de 1861 fueron mis bisabuelos. El se llamaba Tomás Murray. Tenía 20 años. Mi bisabuela, Mary Tracey, tenía 13 años y viajó junto con sus padres y sus dos hermanos pequeños. Se conocieron en el barco, se casaron en Argentina un año y medio después… y tuvieron 13 hijos. Mi abuelo, José Patricio, cultivó bastante la cultura irlandesa, mi padre no tanto, pero nuestra generación regresó a esos orígenes, conectándonos con la comunidad, con los bailes y las canciones irlandesas. Mi padre nunca tuvo necesidad de ir a Irlanda, pero nosotros sí. Somos siete hermanos y los que no fueron todavía desean viajar allí. Mi hermano mayor, José Rafael, que tiene 3 años más que yo, nos instruyó en esto y nos transmitió el cariño por Irlanda. Siempre quise ir y las dos veces que fui me sentí “en casa”. Es un sentimiento que no tiene más explicaciones que la del corazón, la sangre.
Desde chicos nosotros nos conectamos con los Pasionistas (la comunidad en Argentina fue fundada por los curas irlandeses que vinieron en 1860). Nosotros vivíamos en Villa Madero, del Gran Buenos Aires y veníamos a misa, a las 12:15, luego de 45 minutos de viaje, para escuchar las valientes homilías del Padre Federico Richards. Yo tenía 13 años. Nos gustaba cantar alguna canción irlandesa, nos sentimos siempre muy identificados con Santa Cruz, y nuestros amigos curas de aquel tiempo eran, en general, descendientes de irlandeses: Bernardo Hughes, Eugenio Delaney, Heriberto Dolan, etc. Mi padre no estaba tan ligado a “lo irlandés” sino que encontró en Santa cruz esa profecía que coincidía con el espíritu irlandés.
Yo ingresé en los Pasionistas a los 20 años, allí me conecté y viví con descendientes de irlandeses, tanto sacerdotes como laicos que participaban de la parroquia, lo que me llevó a mamar mucho la cultura. Lo que más me atrae es el espíritu luchador de los irlandeses, su capacidad de enfrentar las injusticias y de vencer sus enemistades para buscar juntos un proyecto común. En la comunidad, viviendo con descendientes de irlandeses, se me fue llenando el corazón de ese espíritu de mis ancestros. Yo elegí la Congregación Pasionista por su espíritu misionero y por su profecía en la defensa de los derechos humanos. Sacerdotes que unían la fe y la vida.
Había una frase en el Southern Cross que decía algo así: “estoy orgulloso de mi historia, de mi estirpe y de mi raza”. Yo lo llevo adentro y me siento con sangre irlandesa. Si bien tengo 50% irlandés y 50% español, lo español nunca fue dominante. Nosotros solíamos decir: “la sangre irlandesa es dominante y la española recesiva”.