Mi familia vino del condado de Westmeath, una ciudad pequeña. Mi primer ancestro, Michael, que nació en 1848, en un año terrible en la historia de Irlanda (la Gran Hambruna), a los 20 años viene a Buenos Aires junto con un hermano, Patrick, que no deja descendencia. Se dedica a la agricultura, a los 40 años se casa, se establecen en Suipacha, pueblo muy irlandés y tienen nueve hijos. El primer idioma era el inglés, hablado con ese tono irlandés. Yo nací 110 años después que Mike, soy la tercera generación de argentinos, tengo más sangre española que otra cosa, pero la identidad está marcada como algo imposible de ignorar. La identidad física también, tenemos muchos colorados y rubios.
La tradición familiar era que a las hijas, la madre les envuelve en su chal unos objetos. Tres objetos familiares: la tetera, la jarra y la azucarera, cosas con las que una mujer puede comenzar su hogar en cualquier momento. A mí me llegó la jarra, a unos tíos míos la tetera y otros primos la azucarera, objetos que tienen un valor inmenso, valor histórico y obviamente afectivo. Las tradiciones eran muy inglesas, el té estaba siempre, desayuno, merienda, todo, con scons. Cenabamos con té. Las costumbres de entrecasa están muy mezcladas con lo británico. Yo me iba a la casa de un amigo que era británico, contemporáneo mío. Era como una extensión de la mía, se tomaba el mismo té con leche, con el mismo pan y el mismo dulce. Las tazas en esa casa eran de porcelana blancas con flores azules y en mi casa con flores rojas. La tetera era de la misma marca, . Si eras chico te daban más leche que té, si eras más grande, más té que leche.
Del irlandés en tanto idioma, solo quedaban palabras sueltas, le digo a mis hijas algunas palabras cariñosas en irlandés pero eso, son como partecitas. Las decía de chico, me las decía mi abuelo, mi padre. Te van quedando pero son frases nada más de esa herencia.
Cuando yo era chico nadie sabía qué era Irlanda, dónde quedaba, nada. La persona más informada nos decía que éramos unos tira bombas. Hoy en día está en todos lados, la cerveza, los pubs, las fiestas, la música. Me sorprende mucho, 50 años después me encuentro con estas cosas, hay mucho ahora para hablar y para contar, tiene una imagen de colorido y de alegría que todos conocen.