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MARTIN ROCCO / Pompeya Teatro Comunitario
que la gente se identifique
La murga te cuenta su descontento social hacia algunas cosas; yo creo que el teatro comunitario hace lo mismo

Actualmente somos cuarenta actores-vecinos que se acercan a la comunidad para contar, de una manera circense, lo que creemos que está bien y mal, y lo que creemos que hay que cambiar. Dentro del grupo hay un núcleo duro, que somos los que estamos siempre. Hay otros que no están tan enfocados, pero que van y vienen, y algunos hay que aparecen una vez.

El  teatro comunitario en general ensaya los sábados. Pompeya no es la excepción, y ensaya los sábados religiosamente. Personalmente me pierdo si un sábado no tengo teatro, no sé qué hacer. Desde que tengo memoria, entre las doce y las ocho de la noche, cada sábado para mí es de teatro, y está destinado al grupo.

Lo bueno del teatro comunitario, que no sé si sucede en otros espacios, es la diversidad de edades. En el grupo actual la niña más chica tiene  seis años y el más grande tiene más de sesenta. Hay muy buena onda, es fácil adaptarse a un grupo así. Esto diferencia al teatro comunitario de otras propuestas: vos vas a ver un espectáculo y a la semana siguiente podés integrar el grupo. Si te comprometés, si te interesa, te podés sumar. La mayoría son vecinos que tienen ganas de participar y de contar algo. Eso es lo que más me gusta: no importa tu dinero, tu color, tu familia, podés hacerlo. Antes salíamos a pegar carteles con engrudo en todo el barrio convocando a la gente a que viniera. Ahora la gente se va sumando porque se entera por el boca a boca. Y muchos también se suman porque ven el espectáculo y quieren ser parte de eso.

A este grupo uno no solo viene a actuar sino que viene a disfrutar de un grado de calidad humana enorme. Si tenés algún problema, la gente te apoya. Es un grupo humano primero, y después es un grupo de teatro. Es un lugar de encuentro, de compartir, sin duda. Y además te aporta valores y responsabilidad. Por ejemplo, al ensayar, si vos no te sabés tu parte del texto, otro se va a quedar esperando un pie; esta situación te enseña a pensar en el otro.

El ejercicio de hacer teatro lo más importante que me enseñó es a reírme de mi mismo. Para mi ser actor tiene que ver con la responsabilidad con que te tomes la actuación, la preparación, las ganas que le pongas. Más allá de lo bueno o malo que seas actuando, importa el compromiso que tenés, como en la vida.

El teatro es mi forma de vivir. Desde que me levanto a la mañana, ya voy pensando qué voy a hacer. De la manera en que me enseñaron a prepararme antes de un espectáculo. Parece exagerado, pero voy organizando y preparando mi día como si fuera a una función, desde que salgo de mi casa, en el barrio de Pompeya.

Organizarse, colaborar y saber delegar
Antes el director y el asistente se encargaban de casi todo. En un momento, ante el crecimiento del grupo, y su buen funcionamiento, se tomó la decisión de abrir una mesa de trabajo, por la salud del director, y porque tiene otras exigencias dirigiendo un grupo de cuarenta personas que dirigiendo uno de veinte. Cada uno se dedicó entonces a lo que más sabía hacer. Según el área en que querías participar, te ibas metiendo. Y cada referente de área empezó a trabajar con quienes más predisposición tenían para colaborar.

Yo me encargo de la escenografía y de las locaciones, digamos que me encargo de conseguir lo que se necesita. Me dedico al teatro no sé si de lunes a lunes, pero casi… No solo nos juntamos para ensayar, sino que nos encargamos de gestionar subsidios, de hacer arreglos en la escenografía, de ir a los lugares a ver si la escenografía entra, de ver con qué medios técnicos contamos, con qué trasporte; nos encargamos de toda la logística del grupo de teatro.

En el teatro comunitario todo es colectivo, salvo cuestiones de dirección o la realización de alguna puesta. En un 90% es un “todos”. Mas allá de cómo se coordinan las áreas, acá no hay estrellas, todos hacemos todo y el grupo se apoya entre sí. Somos una masa: los que tienen que ir, cargar el micro, descargar. Tal vez a quienes ya estamos hace más tiempo se nos pregunta algo puntual. Sí estoy bastante atrás de la gente, insistiendo para que no se pierdan de participar de las cosas. Por ejemplo, alguno se pregunta qué puede aportar descargar un micro, pero a los que recién entran se les explica que hasta descargando nos ponemos a jugar con eso. Lo hacemos de una manera divertida, y también a eso lo jugamos. Ahí sí los que estamos hace más tiempo somos los comunicadores de este tipo de experiencias, que no queremos que los demás se pierdan.

Dejar a la gente pensando
El teatro comunitario va de la mano con lo social. Para mi lo más parecido al teatro comunitario es la murga. La murga te cuenta su descontento social hacia algunas cosas; bueno, yo creo que el teatro comunitario hace lo mismo. Te cuenta cosas buenas, malas, cuenta lo que le parece que hay que cambiar. Pero para mi lo más importante, por lo menos en nuestro grupo de teatro, es dejar a la gente pensando. No solo trasmitir un mensaje. No servir todo en bandeja, sino que la gente se vaya pensando en lo que se le contó y que después haga su reflexión.

El público es muy diverso; desde vecinos del barrio, autoridades comunales,  gente que se acerca en una plaza o porque lee las convocatorias. Jamás sabés con quién te vas a encontrar.

Alimento desbalanceado, la obra con la que estamos ahora, se empezó a crear en 2011 en base a El matadero de Esteban Echeverría. En base a ese texto hicimos improvisaciones y fuimos ensayando y después de dos años y medio se terminó de preparar. Lo bueno del teatro comunitario es que se va actualizando el espectáculo año a año, vos podés jugar con la actualidad todo el tiempo. Somos muy sensibles a lo que pasa en la sociedad, tanto en el espectáculo como adentro del grupo. Por eso tratamos de actualizar las obras, para que la gente vea una similitud con lo que pasa a su alrededor.

Desde Pompeya
Siempre se hacen intercambios por la red de capital y la Red Nacional de Teatro Comunitario. Siempre tuvimos contacto y ahora se retomó más fuerte, es muy importante. En el 2016 fuimos todos a Salta, más de cuarenta grupos de teatro comunitario, fue increíble. Yo, de hecho, si tengo la posibilidad de viajar a alguna provincia trato de visitar a los grupos con los que tenemos contacto y compartir un ensayo, o ver el espectáculo que hacen.

Nuestra comuna la integran los barrios de La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya. Los iniciadores o los próceres del teatro comunitario son La Boca y Barracas, fueron los primeros en hacerlo y después vinieron los demás grupos.

Nosotros, de los barrios de la comuna, somos los únicos que no tenemos espacio propio. Actualmente trabajamos en la gráfica Chilavert, que es como un espacio propio por cómo nos reciben y cómo nos abrieron el espacio. Pero al mismo tiempo no lo es, por eso luchamos por lo que sería el gran objetivo de Pompeya Teatro comunitario: tener un espacio propio.

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