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LEANDRA RODRIGUEZ / ILUMINADORA
una materialidad inmaterial
La manera ideal de trabajar es ser permeables, todos, y tener en claro los roles y las responsabilidades

Una profesora de literatura nos llevó a ver una obra y descubrí una sensación extraña, que nunca había sentido frente a nada: me di cuenta que mi futuro iba a ser en el teatro. En ese momento, a los dieciséis años, pensé que iba a ser directora.

Tuve la suerte de empezar a trabajar en ese mundo desde adolescente. Mis primeras actividades fueron como asistente de dirección, en pequeñas giras donde había que poner un poco de cabeza de producción, y donde descubrí que tenía cierta destreza. Empecé a buscar trabajo de todo lo que fuera del ámbito teatral y llegué a trabajar en la boletería de un teatro. Ese fue para mi el puente hacia la iluminación, porque un amigo operador de luces de esa sala iba a renunciar al puesto y le pedí que me entrene. Empecé a operar yo las luces y al poco tiempo me ofreció hacer un diseño. Me parecía una locura. Me encajó unos filtros en la mano, me organizó la cita y fui a un ensayo. En esta locura impuesta, pero a la vez deseada, me encontré con un material alucinante que me inspiró a proponer ideas. El ensayo de por sí me ofrecía imágenes, era un material muy sensible, minimal diría. Y sentí que con mis pocas herramientas podía hacer una propuesta visual. Ese fue mi primer diseño, que me llevó de gira por Alemania, Estados Unidos, Brasil, Perú; una cosa delirante. Yo discutiéndole a mi amigo, diciéndole que no era diseñadora, pero el insistía y se me abrió el universo.

Por un tiempo renegué de la iluminación, porque siempre consideraba que me quería formar como directora. Pero después me di cuenta que tenía una mirada esquemática sobre mí misma, que tenía en mis manos una cosa que era alucinante que me llevaba a lugares inesperados. Es lógico no haberlo soñado: producir esa materialidad inmaterial, eso imposible de agarrar y pensar, es difícil de ser imaginado. Tenemos tan metido en el inconsciente el tema de la luz en nuestros días, que no pensamos la iluminación como un hecho voluntario. Parece que ya está resuelto. Pero la luz pide un trabajo organizado, meticuloso, que se asemeja mucho al trabajo del director en la escena.

Organizar el conocimiento
La Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) nos obligó a todos los autodidactas, que somos los que llevamos el oficio, a organizar el conocimiento para ponerlo a disposición de otras personas. Lo que no recibimos organizadamente, tenemos ahora la obligación de impartirlo organizadamente. Es alucinante el proceso formativo final que vamos teniendo sobre esta materia que en principio no tenía un lugar de formación concreta. Así nos encontramos acá, dentro de este grupo de docentes que viene de lugares recónditos, unidos por la profesión. De la arquitectura, de la dirección, de la técnica, de una formación variada que nos permite abordar zonas diferentes. Esto nos posibilita la organización del conocimiento y la información, y nos profesionaliza.

La formacion universitaria todavía suele estar lejos de la práctica. No acá especialmente, en la EMAD, donde logramos acercar de la práctica algo más concreto. En esta carrera inmediatamente ingresás a ese mundo, por alguna invitación, a montaje, y te empieza a deslumbrar. Muchos chicos resignan un sueldo de una oficina, que les hubiera dado una moto dentro de unos meses, para hacer un trabajo de técnico en el que van a ganar centavos, pero donde van a estar en una escalera, subidos a una parrilla, manipulando faroles. El fierro te llama si estás en la técnica. Y es un espacio de intercambio.

Elecciones
Mi elección es el diseño. Me pasa algo en el estado de ánimo desde el momento en que salgo de mi casa hasta que llego a la puerta de un teatro, que me hace elegir diariamente este camino. Lo afectivo, las desilusiones, los errores, las cuestiones personales, te impactan en tu ánimo. Uno puede salir de determinado estado de diversas maneras. Y a mí no me falla cuando voy a trabajar. Es rara esta asociación: que te cambie la vida para bien porque te vas a trabajar. Piso cada día tres teatros, siempre. Y desde que empecé a pensar en estas cuestiones, elijo trabajar en el teatro.

Igualmente no puedo tomarme como paradigma, no funciona así. Yo no tengo hijos por ejemplo; es súper distinto cómo encaro yo la profesión que alguien con otras responsabilidades. Yo vivo de esto, pero de un modo que no sé si otros quisieran vivir. Otros tienen otras ambiciones o expectativas económicas, y acá hay mucho de bohemia, de sacrificio. El oficio de la iluminación te ofrece otras alternativas económicamente más rentables, pero dedicarte a ese otro tipo de espacios te tiene que interesar también. En este país tenemos mucha producción, mucha gente de formación artística, en teatro fundamentalmente; pero no estamos al nivel de los recursos que el sector exige.

En equipo
La tarea en conjunto también hace que sea interesante para mi este oficio. Nos juntamos diez personas, de cualquier lugar, y ahí estamos, los desconocidos, trabajando para una misma cosa. Así nos vamos conociendo y das por hecho que va a estar todo bien, que tiene que funcionar así, en equipo. No hay otra experiencia que te de ese trabajo en equipo. Entiendo que también me dedico al teatro porque resuelve cosas de mi personalidad. En el grupo funciono. Adentro del equipo somos mejores.

Algo que tuve que aprender es a evaluar cuándo aceptar y cuándo no la realización de un trabajo. Analizar las condiciones. Evaluar si hay escenografía, si hay vestuario, si hay diseñadores. Desde mi oficio, necesito una escenografía, porque no vemos la luz, vemos dónde la luz va a impactar. También está el actor; sobre ese cuerpo y sobre ese espacio, que a veces es un escenario, y los iluminadores colaboramos para armar ese mundo. Si hay un escenógrafo y si hay un vestuario bien definido, con la tela correcta, porque es de noche en Texas para el personaje, el mundo que puedo hacer es mucho mejor. Las luces van a ser mejores si la escenografía y el vestuario son los correctos. Es un arte la luz, que necesita impacto sobre las cosas. Cuanto más de la estructura ideal de teatro haya, mejor va a funcionar todo, más se va a multiplicar en significados. Cada uno de estos artistas entonces, tanto el diseñador de vestuario, de escenografía, el músico, tienen una mirada propia. Hay una suma de puntos de vista en el trabajo en equipo.

En este momento mi trabajo es basicamente creativo. Me gusta participar del proceso general a la par, estar presente en el momento donde se prueban cosas, donde siempre hay una expectativa con la luz. Estar presente cuando se la nombra. Primero escucho, y después veo si hay algo que puedo aportar; incluso a veces vale la pena distraer de un punto y llevarlo hacia algo que estoy vislumbrando. Obviamente que la manera ideal de trabajar es ser permeables, todos, y tener en claro los roles y las responsabilidades. Pero para que el otro se abra a mi idea, tengo que tener la capacidad de comunicarla. Hoy en día la EMAD te forma para que vos comuniques una idea, no solo para que la produzcas.

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